lunes, 14 de febrero de 2022

GENTE BUENA

 

   Tomó por una cortada sin asfalto, le habían dicho que se ahorraba trescientos kilómetros para su destino. El camino era desparejo, piedras, pozos, charcos y novillos atravesando el camino.

   La chata no anduvo más, sacó cables y volvió a insertarlos, no tenía la menor idea de motores, midió agua, aceite, eso sí sabía. Casildo tenía fuerza, intentó empujarla, en asfalto le daba resultado, aquí sintió cómo el barro frío le trepaba a las rodillas. Su idea, hacía dos años, era matarse por propia decisión.

   Irónico, sería la primera decisión propia de su vida. Encontró un árbol, con una rama ideal, la soga que traía la ató con nudo corredizo, sacó de la camioneta el banco matero, se paró, envolvió su cuello y lo ató a la soga con cuatro nudos. Pateó el banco y sintió calor. Le salió mal, sus pies tocaron el piso. Venía una camioneta en sentido contrario:

   —¿Quiere ayuda, Don? Este camino es jodido, jodido, suba a la chata y lo empujo. No se olvide de la soga, no es útil para esta situación.

   Casildo le agradeció, al buen hombre, lo empujó hasta la ruta. Ahora eran una vaca y dos novillos, que lo miraban con bastante interés, por ser vacunos. Venían pocos autos, Casildo bajó de la chata y caminó al medio de la ruta. Quedó firme. Los autos lo esquivaban y le gritaban: “Puto”, “Boludo”, “Correte”, “Qué mierda te pasa”. Venía un Río Paraná, Casildo se tiró al medio, quedó indemne. Todos bajaron del micro para socorrerlo.

   —No tiene un rasguño el hombre, se salvó porque no tenemos paragolpes ni trasero ni delantero.

   Entre tres lo metieron en la chata.

   —Dejémoslo aquí, llamo al 101 y que lo vengan a buscar.

   Casildo gritaba:

   —¡¡Será posible que uno no pueda ni matarse tranquilo, en este país de mierda!!

   La vaca le pasaba la lengua para tranquilizarlo.

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