Mis queridos
lectores de siempre y también a los nuevos. No les creo a las estadísticas.
Disculpen mi lenguaje bizarro, yo lo considero un lenguaje, aprendido en la
Facultad de la calle. El abuso de sexo, el niño muy lindo y bueno se maneja
solito, es mi personaje preferido.
Son cuentos
cortos, es probable que lo bueno, si breve, dos veces leído. La pura hipótesis
me da ganas de seguir escribiendo. La ausencia de puntuaciones correctas,
merece mi exilio, no sé dónde. Ser pobre es benigno frente a la pandemia, que
puede terminar con nuestras vidas. No me extiendo más en lo que sucede, porque sucede
lo que pasa.
En esta
situación me cuesta escribir, pero me despega un rato de esta pesadilla. Estoy
perdiendo vocabulario, del bizarro y del fino. Si aparece una idea, luego
olvido qué idea. Confundo todo, meto la ropa en la basura y al lavarropas le
encanta, ese día no trabaja. Duermo en el vestidor y me pone contenta encontrar
en mi dormitorio, la cama tendida.
Las boletas que
debo pagar, no las pago. Me cortan la luz y recurro a las velas. Ilumino toda
la casa con velas, al escritorio le pongo diez candelabros. Así y todo no veo
lo que escribo. Sepan disculpar que retorno a la pandemia, debe ser lo único
que tenemos en común y cómo se está dejando la lectura. Tengo que dejar aquí,
hay fuego en las cortinas. Un abrazo, yo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario