miércoles, 24 de junio de 2020

¿QUÉ PRETENDEN DE TODOS?


   —Quiero un protector que descubrí en una propaganda.
   —Aquí lo tiene, Señora, tuvo suerte. Hoy los recibimos.
   —¿Me lo puedo probar?
       La Vendedora misma me explicó cómo hacer. Era fantástico, tenía ventanas por toda mi cabeza, dos agujeros para mirar, dos para poder respirar por la nariz y uno en la boca, para el cigarrillo. Era blando, flexible y plegable.
   —¿Puedo salir a la vereda, para ver qué tal?
   Di una vuelta manzana y seguí hasta mi casa, algo me olvidé, llamé al negocio y pedí disculpas por no haber pagado. Escuché una voz Call Center: —No se preocupe, lo debitamos de su cuenta.
   —¿Cuánto me salió?
   —Barato, quince mil pesos.
   Hay que reconocer cuando una pierde, sobre todo si está acostumbrada a perder. Compré otros implementos, a saber, líquidos, alcohol, lavandina, gel y rociadores.
   Me equivocaba cuando llegaba de la calle, rociaba con lavandina toda mi ropa y el alcohol lo reservé para las heridas. Me superó el odio, toda mi ropa con manchas de lavandina. El alcohol lo tomé una noche, pensando que era whisky. Dejé de hacer filas para comprar y me metía de prepo, diciendo que tenía algún hueso roto. Nunca nadie me dijo nada y pensé “el protocolo que se lo metan en el culo”.
   Hoy fue un día especial, tiré las cosas compradas en una bolsa de residuos, todo menos la lavandina, que me sirve para el inodoro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario