La vi parada en
la esquina esperando el colectivo, no era lo que ella esperaba, por eso me di
cuenta, subió a un auto cualquiera. La seguí todos los días y subía a otro auto
cualquiera. Era su vida cotidiana, mientras venía un auto.
Tenía una guía de
turismo en la mano. Pensé que era para buscar clientes nuevos. Tan alta y bien provista,
daba ganas. Debió cobrar un dinero que yo no tenía. Igual no me gustaría
revolcarme con una mujer tan usada. Obvio, era prostituta. Con el dinero que le
pagaban compraba ropa nueva. Una trabajadora social, como cualquiera, sólo que ésta
tenía un culo para aplaudir y un buen par de tetas para morder. Esa boca tan
mullida, haciendo toda clase de recorridos. Los rapiditos le permitían tener
más tiempo para otros.
Íbamos con mi
mujer y la tropezamos, ellas se saludaron, pero a mí no me presentaron.
—No entiendo
cómo podés ser amiga de una prostituta.
—Un momentito,
ella no puede ser puta, porque es virgen y hasta se llama María, como Santa
María Virgen. Vive con sus Padres, van a Misa todos los domingos y son gente
rica, o eran. Para ayudar a la familia, trabajó de Sirvienta en muchas casas. Su
discreción era tanta, que me enteré por otras personas. Le conseguí un laburo
de Guía Turística, los paseaba por los lugares más representativos de Buenos
Aires.
Un día la vi
parada en la esquina. Compré un ramo de flores y una caja de bombones, Cuando le
entregué mis presentes, dijo: —Gracias, pero no era necesario.
Me miró a los
ojos, como prometiendo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario