martes, 2 de junio de 2020

LA VI PARADA AHÍ


   La vi parada en la esquina esperando el colectivo, no era lo que ella esperaba, por eso me di cuenta, subió a un auto cualquiera. La seguí todos los días y subía a otro auto cualquiera. Era su vida cotidiana, mientras venía un auto.
   Tenía una guía de turismo en la mano. Pensé que era para buscar clientes nuevos. Tan alta y bien provista, daba ganas. Debió cobrar un dinero que yo no tenía. Igual no me gustaría revolcarme con una mujer tan usada. Obvio, era prostituta. Con el dinero que le pagaban compraba ropa nueva. Una trabajadora social, como cualquiera, sólo que ésta tenía un culo para aplaudir y un buen par de tetas para morder. Esa boca tan mullida, haciendo toda clase de recorridos. Los rapiditos le permitían tener más tiempo para otros.
   Íbamos con mi mujer y la tropezamos, ellas se saludaron, pero a mí no me presentaron.
   —No entiendo cómo podés ser amiga de una prostituta.
   —Un momentito, ella no puede ser puta, porque es virgen y hasta se llama María, como Santa María Virgen. Vive con sus Padres, van a Misa todos los domingos y son gente rica, o eran. Para ayudar a la familia, trabajó de Sirvienta en muchas casas. Su discreción era tanta, que me enteré por otras personas. Le conseguí un laburo de Guía Turística, los paseaba por los lugares más representativos de Buenos Aires.
   Un día la vi parada en la esquina. Compré un ramo de flores y una caja de bombones, Cuando le entregué mis presentes, dijo: —Gracias, pero no era necesario.
   Me miró a los ojos, como prometiendo.

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