miércoles, 27 de diciembre de 2023

BIEN ATENDIDA

    Un milagro que anduviera parada sobre esos tacos de medio metro. Para la mina era algo común, parecía haber nacido con los tacos puestos. No dejaba pasar ninguna vidriera, se detenía, se miraba un tobillo y el otro. Inspeccionaba el pelo que revoleaba todo a un lado o al otro. Se acomodaba el cinturón y acariciaba la pollera hacia abajo. En los lugares donde había portones cerrados, ventanales sin reflejos, caminaba derecha, porque no miraba nada. Cruzando la calle con el semáforo a favor, sonrió por dentro, ese sector tenía ventanales de vidrios limpios como espejos. Se quitó los anteojos de sol, mordió una patilla y miró la ropa de los maniquíes. Entró al boliche.

   —¿Necesitás algo?

   Ella, displicente, contestó:

   —Voy a bichar un poco, si encuentro algo, te aviso.

   Tapados de diseño, blusas birmanas, pashminas, vestidos superpuestos, leves, carteras confeccionadas a mano, al igual que carteritas y carterones. Biyuta importada de Ceylán. Llamó a la Vendedora y señaló todo lo que iba a adquirir.

   —¿Es para un negocio o uso personal?, contado sin tarjeta, tiene una atención de cien pesos.

   El total ascendía a quince millones, cerró la operación.

   —La atención no es necesaria.

   Mientras sus lentes caminaban al ritmo de sus tacos, sonó el celular:  

  —Sra Gastatuti, su hijo llora porque nadie lo viene a buscar. ¿Cómo procedemos?

   Qué crueldad su indiferencia, es el Padre de mi hijo, es abusador en toda la Escuela, ningún Padre ni Docente, se atreve a hacer la denuncia. Ni yo sé por qué tantos custodios. Pero los Padres sí lo saben.

   —Procedan llamando al Padre, hoy le correspondía a él ir a buscarlo.

   A mí el dinero me puede, por suerte dos de los cuatro custodios, me dan un sexo bien flipado.

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