—¿Cómo vas a matar un pollo de ese modo?
Y ahora yo pregunto:
—¿Qué te molesta más, matar un pollo o de
ese modo?
—Diego,
no merece respuesta.
Hipócrita, escribe como Dios y piensa como
Satanás, la dictadura de lo nuevo lo atraviesa de lado a lado. No es casual que
se llame Hipólito Fregattelli. Soy su peor amigo, tengo altos decibeles
morbosos.
Le dicto lo que escribe, desgasto mis ideas
en un chiquero. Hipólito, luego de publicar su libro, me pregunta qué me
parece. No contesto, miro a través de la ventana y observo que un chico le besa
la boca a una chica. Mientras él la besa, ella mira el horizonte del mar. Llamo
a Hipólito para que vea y dice:
—¡Qué noche ideal para meterse en el agua!
Para él es importante lo que no ve, por eso
le dicto: “Mi mejor amigo es Diego, un dictador que no presume. Juega a ganador
y gana. Tiene el don de sumar cifras extensas con el pensamiento. Percibe la
traición de sus amigos, desde antes que lo traicionen.” Hipólito no está de
acuerdo y pretende cambiar las rutas de las palabras. Le digo que no se le
ocurra, porque su libro caería en los pozos negros del olvido. Se acerca, ¿cómo
no me di cuenta? Sus largos dedos rodean mi cuello y lo gira seis veces.
Como morí, ahora no tiene quién le dicte.
Salió en Internet “Hipólito Fregattelli dejó de escribir” Ahora se dedica a
matar pollos. Vive muy bien de mi muerte.

No hay comentarios:
Publicar un comentario