Una mujer con
cara de aflicción, hecha un nudo en un rincón del sillón. Me senté a su lado y
le dije que todo en la vida llega y se va. Pensé que una oración extraída de un
libro de auto ayuda, mejoraría su desánimo. Me arrepentí, era una frase multiuso,
“sirve nada”.
Se abrió la
puerta de un consultorio y asomó la cabeza del Psi Ganaguiso —¿Qué pasa aquí?
En una sala de espera, debe reinar el silencio.
Esperé mi turno,
el Psi me contó la historia. Éste es un caso especial, se trata de una mujer
que nació con la posibilidad de anudarse, todo el cuerpo, hasta llegar a ser
una pelota de Foot ball. La pateaban donde fuera, los chicos de la plaza
consideraban que la mujer nudo era la mejor pelota para jugar.
Le hacen
rehabilitación, hasta ahora lograron que el índice y el meñique no se anudaran
más. Los brazos llevaron tres meses con inyecciones “antinudo”, las piernas
dieron trabajo, parecían defender su virginidad.
Hicieron viajar a
un especialista chino, el Doctor Chin-no, en tres días la paciente caminaba.
Viajó a Estados Unidos para despegar la cabeza del ombligo. Fue notable, hay
que sacarse el sombrero, los yanquis son los mejores. Ella sintió que debía
reparar su vida de pelota. Llegó a ser primera bailarina del Teatro Colón.
Hacía lo que su cuerpo le pedía, tenía una apertura de trescientos grados,
saltaba casi tres metros impulsada por su fuerza interior, caía en el escenario
sin emitir ningún sonido. Hubo veces que
ella, ya en el suelo, parecía seguir volando. Su último trabajo fue ser pelota
de nuevo.
La encontré en la
sala de espera, hecha pelota.
Ya no la número
cinco, sino una de tenis. Sólo me salió decirle, —Todo
en la vida llega y se va.

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