Yo no sé qué
pensar y cómo hacer, tengo laburo, necesito otro. Fui para ver dónde estaba la
dificultad. Antes quieren un presupuesto. Siempre te dicen que es mucho por un
lavarropas viejo. La mujer gritaba —No! No! No!
Como gallina
estilo chillona. Por fin una casa grande, donde debía arreglar el calefactor.
Me llevó todo el día, finalicé de noche.
La dueña me dijo
que me tenía que pedir un último favor, no se trataba de aparatos —Necesito
dormir con alguien y no una de esas que revolean la carterita.
Hice que no
escuché y le pedí el pago de mi trabajo, ¿qué se creía la vieja, que soy un
prostituto? —¿Cuánto es?
Preguntó
displicente.
—En total son
ocho mil.
La mujer fue al
escritorio —¿Puede volver la semana que viene? Le pagaré su trabajo.
Asomando tetas
artificiales me dijo —Ni siquiera fuiste capaz de hacerme el favor. Está bien
que seas plomero, de caballero no tenés nada. A una Señora como yo, o a
cualquier otra, usted debe hacerle el favor, si se lo piden. Por educación, está
claro que usted no la tiene.
Me abrió la
puerta —Andáte.
Jamás recibí un
centavo de la señora putarraca.
Puse un criadero
de gallinas y vivo de mis propios huevos.
A ninguna gallina
se le ocurrió pedir un favor.
Son tipas
decentes, con códigos.
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