—Rovira, no tengo
el dinero que me prestaste. Lo gasté todo, pensé que algo quedaba, después
recordé que me olvidé el vuelto al lado de la cajera, que negó todo. Plater,
sin escuchar al otro, le exigió la devolución —No tengo ni para pagar a mis
empleados!
Rovira miraba la vereda
y pisó en plena deposición de perro, al mismo tiempo que una paloma le cagó la
cabeza. Pasó un vecino amigo y propuso tomar un café, cuando sintió la baranda
el vecino amigo dijo —Lo del café podemos postergarlo, te noto triste, ¿porqué
no vas a tu casa y te duchás? Eso te va a levantar el ánimo.
Le dio tanta bronca, parecía un “anda a bañate”. Rovira vio la fuente
municipal celeste como el cielo. Se sumergió como en un baño de inmersión, con ropa
puesta. Hizo la plancha hasta quedar impecable y la fuente, marrón. Se secó al
sol y ahorró en tintorería. Sus pasos seguían las hojas de los árboles, fueron
interrumpidos por la dictadura de su mujer. Le pidió dinero, —No tengo nada,
pero nada, me vi obligado a evitar personas que les debía sumas importantes. El
que me cazó fue Rovira, es un perro, con mal olfato. No le pagué. Se hizo tal
maraña de acreedores y deudores que llegaron a no reconocerse entre ellos.
Siempre la ligaba
alguien, los jubilados fueron los más castigados. Un nueve de julio, día de nuestra
Independencia y el diez de julio festejaron el día de las Operaciones Financieras.
Llegué a casa y
me habían robado todo, ése fue Rovira. De inmediato pedí a la policía que
mandaran un móvil, había…no me dejó terminar el yuta. Todas las fuerzas
armadas, guerra, policía y demás cúpulas se encontraban en la plaza festejando
el día de la Patria Financiera. Los escolares remontaban billetes hechos en
tela con el número 0.
No pude conmigo,
me emocionó hasta las lágrimas.

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