La Tere, la Luisa
y la Carmen, se conocían desde las panzas de las madres. Nacieron en Abril, con
días de diferencia.
La Luisa criaba
los hijos de la Tere, le venían seguidos los embarazos. Era muy católica, decía
que recibiría todos los hijos que dios le mandara.
Total, la amiga,
sola, le criaba los chicos.
Uno salió con la
cara del carnicero, otro era igual al verdulero y el panadero, que lo reconoció
enseguida porque le faltaban los dientes a los dos.
La Carmen hacía
los mandados y no le cobraban nunca. Ella pensaba que la Tere traía disgustos y
provisiones. A medida que los gobiernos les comían los bolsillos, pasaron a la
categoría de indigentes. La primera afectada fue la Tere.
Las dos amigas
que la ayudaban, ahora trabajan doce horas o hasta catorce.
El carnicero se
dio piñas con el panadero, que decía ser el padre del bebé de Tere, salió el
verdulero, anunció que otro de los niños era suyo, el Intendente tuvo que
reconocer que era otro, sólo una coincidencia de parecido. En una semana, cada
padre reclamó su hijo. La Tere se los entregó y se alegró. Sus amigas le
preguntaban cómo podía estar contenta sin sus hijos. Ella se miró al espejo y
dijo que recibiría todos los hijos que dios le mandara.
Hasta el cura
tuvo un hijo con la Tere. Es raro ver en la plaza una persona alta, con sotana,
paseando con uno de tres años, vestido con sotanita. 
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