domingo, 10 de julio de 2016

ENCUENTRO MI DESTINO


   Limpiar las vidrieras, bueno, lustrar los escritorios, bueno, limpiar los baños, un asco, bueno. ¿Es necesario que deba hacer esta porquería para ser libre? Vivo en carpa, necesito comer, combustible y demás. No puedo largar ahora. Antes ahorraba, ya no. Tomo alcohol como un beduino (suponiendo que los beduinos sean alcohólicos) para olvidar dónde trabajo. No pienso en el privilegio de dormir en carpa, sólo duermo hasta la hora en que empieza el laburo. Hoy me largo, emprolijo mi mochila, que consiste en poner todo hecho un bollo. Y busco mi destino, sin encontrar destino, es como estar en el camino incierto. Había que continuar, la línea del horizonte y después el GPS me diría. La voz hispana dijo  —Salte el alambrado, siga derecho si no lo siguen.
   Me esperaba una mujer vestida al estilo siglo XVIII, desgarrado, tenía un pecho afuera y un bebé colgado del mismo. Atrás venían siete chicos que gritaban,— ¡Mamá! ¡Mamushka! ¡Mámele!
   Tenían formas extrañas de llamar a su madre.
   Cuando él armó su carpa, con el consentimiento de Iris los siete niños durmieron en la carpa. Y a él no le quedó otra que dormir con Iris. Se desvelaron, ella le contó que sus hijos eran todos de distinto padre. Si esa noche, se le ocurriera hacer el amor, tal vez sería el padre del próximo. Mis deseos de irme de ese lugar fueron incontenibles. Hablé con la del GPS y le dije que era una pelotuda. Contestó —Gire a la derecha. Iris resolverá.
   Iris lo esperaba con una panza importante —Éste es tu hijo.
   Le hizo apoyar la mano. —No dan los tiempos, Iris, éste tiene otro padre.
   Iris le contestó desde su panza —¡No importa si sos o no! ¡El chico tiene que tener padre y punto! ¡Punto!
                                                                

No hay comentarios:

Publicar un comentario