Los vecinos
ocupan un triángulo, en eso consiste la manzana. A mi izquierda vive una Sra
psicópata y malvada, tiró aceite de micro a la ropa de mi tender, uno de sus
hijos arrojó un ladrillo, que pudo herirme mal. Allí presenté mi denuncia, pero
cuando vi cuán analfafuncional eran los azules, dije Buenas Tardes y me fui.
A mi derecha
vive un matrimonio gordo, que dedicaba su vida a pedirnos herramientas, hilo de
coser, enceradora, libros de pinturas, juego de compases, velas y más.
Decidimos que se quedaran con todo, resignar es más saludable que pelear.
La vecina que
sigue, es alta como una palmera y está obsesionada con las ratas de su casa,
dice que provienen de mi jardín selvático. Cada tanto se da una vuelta para
pedir que saquemos algún árbol, “porque las ratas viven ahí, seguro”.
La siguiente nos
tira corchos, tapas de gaseosas, tronquitos, un pomo de acrílico rojo, abierto.
A nuestra pileta prístina, anual, si no fuera por estos bastardos. Al lado reciclaron
una casa, con piedras desiguales, adelantada a la línea municipal estipulada,
pintada color caca, allí vive un perrito hueso de pollo, que ladra el día
completo, agudo, seguido, cuando se detiene debe ser para tomar aire y luego
seguir. Fui en reiteradas ocasiones y por fin me atendieron por el portero
eléctrico. La respuesta fue que el animal tenía su carácter y no estaba en sus
manos poder hacer nada.
En la esquina
hay una construcción fuera de escuadra, que prefiero cruzar y no lamentar ser
víctima del derrumbe. Otra que como seguridad tiene un ligustro que corta la
vereda hasta el cordón. En la siguiente esquina, hay una mujer repulsiva, que
me detuvo apoyando el mentón en la escoba y contó en tres minutos sus
desgracias pelotudas, en su vida docente: —Y vienen las Madres a contarme sus
carencias, yo las echo como a gallinas. Estoy para enseñar, no para escuchar
las miserias de los Padres.
La muy perra
chocó en ruta, dio tres vueltas y se curó en dos días, la bautizamos “el morto
qui parla”. El marido de esta mujer puso un cartel en su basurín: “Es de uso
exclusivo familiar”. El mío fue robado en tres oportunidades consecutivas, opté
por ponerlo en el de esta flia, tan distinguida que nunca se le vio un sólo
paquete de basura. El tipo, corrupto, de Vialidad, vino al día siguiente y me
increpó poniendo el esternón casi llegando al atropello. —¿No vio el cartel?
No le contesté.
A la semana murió de un paro cardíaco. A la vecina del aceite y la piedra la
atropelló un micro hace unos días, la flia del perrito, murió con perrito y
todo en un auto de alta gama y poca suerte. Fue hoy. Este triángulo tiene tanta
mala onda que Jorgito, el diarero, una persona digna y sincera, me dijo: —Sra,
conozco todas las agresiones que la gente de su manzana le han provocado, se lo
digo con todo respeto, pero mi comportamiento para con Ud, será impecable por
siempre.
¿Tendrá miedo?

No hay comentarios:
Publicar un comentario