martes, 28 de mayo de 2019

BLANDENGUE ENTRE LOREAL Y DEL POTRO



   Los vecinos ocupan un triángulo, en eso consiste la manzana. A mi izquierda vive una Sra psicópata y malvada, tiró aceite de micro a la ropa de mi tender, uno de sus hijos arrojó un ladrillo, que pudo herirme mal. Allí presenté mi denuncia, pero cuando vi cuán analfafuncional eran los azules, dije Buenas Tardes y me fui.
   A mi derecha vive un matrimonio gordo, que dedicaba su vida a pedirnos herramientas, hilo de coser, enceradora, libros de pinturas, juego de compases, velas y más. Decidimos que se quedaran con todo, resignar es más saludable que pelear.
   La vecina que sigue, es alta como una palmera y está obsesionada con las ratas de su casa, dice que provienen de mi jardín selvático. Cada tanto se da una vuelta para pedir que saquemos algún árbol, “porque las ratas viven ahí, seguro”.
   La siguiente nos tira corchos, tapas de gaseosas, tronquitos, un pomo de acrílico rojo, abierto. A nuestra pileta prístina, anual, si no fuera por estos bastardos. Al lado reciclaron una casa, con piedras desiguales, adelantada a la línea municipal estipulada, pintada color caca, allí vive un perrito hueso de pollo, que ladra el día completo, agudo, seguido, cuando se detiene debe ser para tomar aire y luego seguir. Fui en reiteradas ocasiones y por fin me atendieron por el portero eléctrico. La respuesta fue que el animal tenía su carácter y no estaba en sus manos poder hacer nada.
   En la esquina hay una construcción fuera de escuadra, que prefiero cruzar y no lamentar ser víctima del derrumbe. Otra que como seguridad tiene un ligustro que corta la vereda hasta el cordón. En la siguiente esquina, hay una mujer repulsiva, que me detuvo apoyando el mentón en la escoba y contó en tres minutos sus desgracias pelotudas, en su vida docente: —Y vienen las Madres a contarme sus carencias, yo las echo como a gallinas. Estoy para enseñar, no para escuchar las miserias de los Padres.
   La muy perra chocó en ruta, dio tres vueltas y se curó en dos días, la bautizamos “el morto qui parla”. El marido de esta mujer puso un cartel en su basurín: “Es de uso exclusivo familiar”. El mío fue robado en tres oportunidades consecutivas, opté por ponerlo en el de esta flia, tan distinguida que nunca se le vio un sólo paquete de basura. El tipo, corrupto, de Vialidad, vino al día siguiente y me increpó poniendo el esternón casi llegando al atropello. —¿No vio el cartel?
   No le contesté. A la semana murió de un paro cardíaco. A la vecina del aceite y la piedra la atropelló un micro hace unos días, la flia del perrito, murió con perrito y todo en un auto de alta gama y poca suerte. Fue hoy. Este triángulo tiene tanta mala onda que Jorgito, el diarero, una persona digna y sincera, me dijo: —Sra, conozco todas las agresiones que la gente de su manzana le han provocado, se lo digo con todo respeto, pero mi comportamiento para con Ud, será impecable por siempre.
   ¿Tendrá miedo?

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