Batí record de
correcciones, pensé cada frase como la última, lo leyeron algunos amigos y les
gustó, tipo “lo más”. No soy idiota, en la mitad de sus juicios había afecto,
pero me encanta ser afectivizada. Guardé el cuento en un folio, no era un micro
ni un macrocuento, un simple cuento, que llegó a la risa de mí misma. Soy mi
peor detractora.
El trabajo era
para un Taller Literario, que dirigía una mina, de prestigio, dentro del
pueblito y afuera también. Tenía ambiciones, escritora excelente, recibió
premios, dio charlas, viajó por encargo y fue traducida a otros idiomas.
Allí me anoté.
Vengo de una Ciudad, donde uno podía disentir con el Maestro, Profesor o
Coordinador, de igual a igual. Una vez comenzada la Clase, éramos nueve en mi
grupo, cada uno leyó su cuento, me aburrí. Todos eran novatos, pero buena
gente, algo burgueses de oferta, pero en ese Pueblo, era lo que había.
Cuando llegó mi
turno leí bien, respetando inflexiones, no era comatoso ni intoxicado de puntos
suspensivos…
Cuando terminé,
la mina que dirigía la batuta, empezó una diatriba docente, casi indecente.
—Está
bien, me gustó. Yo lo que haría es hacer que los tres personajes de lenguaje
ligero, desaparecieran y buscaría acciones sin personajes, con sombras y
secretos. Y el final, bueno, eso resolvelo vos.
Yo la miré y
pensé que me estaba cargando, entonces le dije: —Lo destrozaste, digo yo, si todo está tan mal
¿por qué no lo escribís vos?
Se ofendió de
gravedad, esperé que se fueran todos, con la intención de decirle, que iba a
rehacer mi cuento. Me miró con cara de mayonesa cortada. —¿Vos te das cuenta
que lo que hiciste sienta precedente?
Como a mí no me
gusta jugar al antagónico, con alguien de quién se supone que va a juzgar lo
que hago, le pedí disculpas. Sin saber qué precedente sentaba, con “¿Por qué no
lo escribís vos?”
—Y bueno, los
alumnos pueden tomar tu ejemplo y esto se me iría de las manos.
En ese punto
dije: —Bueno, te veo la próxima Clase.
Como soy
exagerada, la encontré en una Casa de Comidas para Llevar y le pedí disculpas
de nuevo, por mi actitud.
—Y sí, pero
ahora ya está hecho!
Me lo saqué de
la cabeza, porque este tipo de actitudes mezquinas, no merecen respuesta.

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