—¿Dónde vas?, es
la madrugada, llevate abrigo. Quedamos en que íbamos a la nueve, porque los
rayos del sol son más sanos. Ahora son las seis, Reina.
Ella miró ese
montoncito de ternura, salió sin un “volvemos más tarde”, o algo así.
—Bebé, mirá
esto, es tan azul, que te quede registrado, aspas amarillas allá en el
horizonte.
Reina iba en
camisón y el bebé pedía teta con puños cerrados.
—¿Se puede, Mami?,
tengo hambre, le decís a Papi que ya no tenés y hay un montón.
Reina desprendió
su camisón y se entregó como decía Rascovsky: “Los bebés te comen y hay que
dejar que te coman”.
—Ese viejo de
mierda, porque no tiene tetas, antropófago machista. Igual le hago caso. Siento
placer cuando alineamos nuestros ojos y él toma, sonríe. Exige la otra.
Reina miró la
playa limpia, lisa, le pareció milagroso, la gente es sucia e irrespetuosa, son
capaces de dejar un pañal cagado, envuelto, como ocultando un secreto. Lo vio y
era la foto que tomó Vicente, un carro tirado por dos caballos y un rastrillo
ancho que juntaba elementos descartables. Dejaba una lisitud tentadora.
Reina se recostó
en la arena. —A vos no te dejo, seguís en mis brazos.
Miró la espalda
encorvada del carrero, como un signo de interrogación que cerraba, el caballo,
el carro, el rastrillo y la basura.
—¿Viste Bebé?,
se perdió en la playa de al lado y así es todo. El agua hace andar el molino.
Regresemos, tu Papi debe estar preocupado. ¡Miralo! Viene corriendo con el
termo y el mate, cuando llegue contale lo que viste, le va a encantar.
Encontrar a la Reina y al Rey saludando al sol.
—Vengo con el
equipo, estás helada ¿por qué llevás esa manta? Era del gato, Reina, el médico
dijo que no podés salir sola, yo debo acompañarte. Hoy no pude, se me cerraron
los ojos, pensé que estabas mejor…
Reina acomoda la
manta y dice: —Pobre, es hora de cambiarte, quédate con tu Papi, yo traje un
pañal.
Vicente toma la
manta y ella mete las manos.
—No traje pañal, Vicente, tampoco hay bebé allí
dentro, Vicente, le mostré el mar tan azul, la playa lisa mientras le daba la
teta, a alguien que no existe. Quiero las píldoras, dormir, olvidar.
—Hola, Doctor no
doy más, no como, no duermo, vivo con miedo a lo que pueda hacer su dolor, por
favor Doctor, hay que internarla en ese lugar tan lindo que decía usted. ¿Le
parece?
… …
—Sí, sí, no se recupera…no.

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