Me convidó tres
pastillas vencidas, Calixto era un tipo generoso y de buen corazón. Se cansó de
nuestra amistad, comió todas las pastillas que quedaron y después lo negó. Me
trajo un sobre de alka seltzer y dijo:
—Te va a hacer
bien, vos no necesitás nada para dormir.
Compartíamos una
carpa más chica que nosotros. En medio de la noche y de la nada, apareció una
mujer.
—Me llamo Sirena
Encantada, al decir Encantada lo uso como saludo, mi nombre es Sirena. ¿No me
invitan a dormir en esta carpa con ustedes? No miren con esas caras, mañana
iremos a una Capilla para pedir perdón, por todo lo que haremos. No es ningún
pecado dormir abrazados. A mí me da mucho miedo la soledad de este lugar.
Tenía un buen
cuerpo, fue una sorpresa cuando nos mordió el cuello y otras cosas placenteras.
Cuando terminaba conmigo, seguía con Calixto. Por la mañana estábamos agotados.
Sirena partió sin despedirse.
—¿Cómo no nos
dijo que se iba? Le brindamos todo, hasta un sándwich de mortadela.
—Calixto, quiero
recomponer nuestra amistad de toda la vida. Mis mejores vacaciones fueron con
vos.
—No sé cómo lo
vas a tomar, pero a Sirena la soñamos, nunca existió.
—Tengo como
prueba, mordiscones en el cuello.
Calixto se rió mucho de las conclusiones de su
amigo. Cuando vio que le manaba sangre de su cuello, se espantó. Desarmaron la
carpa y encontraron escamas dispersas. Si fue verdad o mentira, no lo hablaron
más.
—Después de
todo, las pastillas y el alka seltzer, nos hicieron efecto. El más inolvidable.
Guardaron aquel
secreto para siempre.

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