—Hoy vienen unos
amigos a comer. Me propusieron un ascenso. Ya estoy nombrado. Por favor, te
pido Tavita, que no me hagas quedar mal. Si te preguntan acerca de lo que más
te gusta hacer, no digas “cojer”. Cuando fue la comida del ascenso anterior, se
sintieron abrumados y me miraban con lástima. Hiciste tu Carrera en Inglaterra,
te recibiste con honores, sos una chica culta e ingeniosa, tan hermosa como era
tu Madre. Quiero que te vistas bien, nada de apoyar tus pies en medio de las
piernas de algún comensal. O por lo menos sacate el zapato. No traigas a tu
Novio, mal entrazado y peor hablado.
—Me gusta decir
esas cosas, pensá que mi libido se encuentra en su mayor extensión. Esta vez te
prometo un control absoluto, mientras no me aburra mucho.
—Acordate
Tavita, que cuando habla algún grande, los menores permanecen en silencio.
Le tocó el turno
a ella, apareció en el Comedor, en pijama y descalza. Se sentó en la cabecera.
Y con miradas divertidas le preguntaron:
—¿Vos que pensás
de los que nos están gobernando?
—Que se están
robando todo, que devuelvan la guita los muy degenerados y sería interesante
también que se murieran y cayeran para siempre en las llamas del Infierno. Esta
mañana me desperté con muchas, muchas ganas de acostarme a dormir. No quiero
comer, subo y me abrazo a la almohada. Tengan ustedes muy buenas noches, ha
sido un placer conocer a los amigos que le darán un ascenso corrupto a mi Papá,
que no entiende nada.
—A Tavita, lo
que más le gusta de la vida es coger, ¿y yo qué le voy a decir?, si a mí
también es lo que más me gusta.

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