El Proctólogo
encontró la punta de un hilo sisal.
—Afloje, le va a
tirar un poco, con esta pinza lo saco enseguida.
Pasaron tres
horas y el Proctólogo continuaba, era hilo sisal y no terminaba nunca.
—Señor ¿por qué
no fabrica ovillos? Tomaré un descanso.
El Paciente
sentía un gran alivio en todos los órganos del cuerpo. Lo que él pensaba exceso
de cerveza en su estómago, era hilo sisal. Con paciencia Zen, logró realizar
1500 ovillos. Los vendió en el mercado blanco a precios descomunales. Prestaba
un gran servicio, para desinfectar el interior del organismo.
Los amigos del
Paciente, sabían que lo que entraba por la boca, tarde o temprano, salía por el
culo. El Proctólogo recibió pacientes nuevos que le contaban cómo habían
procedido. Coincidían las cifras, 1500 y en el mercado blanco aplaudían.
Tuvo ganas de
hacer lo mismo. Y así lo hizo, pero sin introducirlo por la boca, juntó un
montonazo y lo entró en la zona anal. La suerte no estuvo de su lado y cuando
salió, resultó que el hilo salió todo junto.
Pasó un año
resolviendo los ovillos. Le hicieron un monumento “El ovillo más grande del
mundo”. Recibió el Premio Nobel, el Martín Fierro, Medallas de Oro del Ejército
Argentino.
Lo nombraron
Profesor de Proctología.

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