martes, 17 de noviembre de 2020

AMORES DESAMORADOS

 

   La Música Clásica me lleva y un malvón en una maceta, también.

   —¿Me entendés lo que te digo?—dijo Clásica.

   —Sí, pero a mí me gusta bailar Salsa.—dijo Salsa. Es entretenido, podés ir al Boliche y sacudir el cuerpo, los tipos te miran arrobados, ya sea por el culo o por las tetas.

   Dijo Clásica:

   —Tengo que decirte algo, necesito que me escuches, soy gay, pero no se lo digas a nadie.

   Dijo Salsa:

   —Y bueno, una elige, no te preocupes, ya se te va a pasar.

   Clásica le dijo:

   —Primero le tengo que decir a mis Padres. Me da vergüenza, además no estoy segura si soy gay.

   Hablaban en voz baja y tomaban mate hasta que estaba lavado con palitos nadadores. Clásica era superdotada, Salsa era tonta e ingenua. Clásica vivía otra vida que su amiga desconocía. Sus amistades, mujeres solitarias pero acompañadas de hombres nuevos, con actividades inquietantes, solían abrirse con Clásica y le contaban con detalles cómo amaban. Eso  le despertaba una curiosidad morbosa,  Clásica quería vivir las experiencias de sus amigas. Era una mujer con mucha cama, los jóvenes la llamaban “Kamasutra”. Los seducía con la lengua, las manos y les permitía conocer el interior de su sexo, amplio y generoso. Los hombres se enamoraban. Cuando las amigas tenían noticias de sus putadas, aparecían enojos donde Clásica disfrutaba. Cada vez que eso pasaba, se quedaba con una amiga menos.

   Salsa la visitaba y hacía alardes de sus amantes. Su amiga quería probarlos. Los salseros eran capaces de montarlas como caballos y pedían más y más de sus experiencias catreras.

   Salsa presentía que Clásica la traicionaba tanto, que competían a ver quién era la mejor amante. Salsa la seguía queriendo. En definitiva salía perdidosa. Clásica sabía resultar imprescindible.

   —¿Vos sabés, Salsa, que me encuentro cansada de hacer el amor todos los días?

   Hubo mutaciones en su vida, comenzó por quedar embarazada.

   Se encerró en su casa los nueve meses. Hasta que parió un varón y llamó a Salsa para que lo conociera. Fue muy doloroso, ella no podía tener hijos. Clásica, cuando vio cómo sufría, le dijo:

   —Si querés te lo regalo.

   Salsa lo aceptó de inmediato. Clásica se quedó sola y dedicó su vida a dormir y hacer Pilates. (Bueno, este cuento no lo puedo seguir, queda a criterio del lector encontrar sus propios finales, estoy demasiado cansada, escribir todos los días un cuento me deja de cama, ustedes dirán.)

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