jueves, 5 de noviembre de 2020

DISPERSIÓN

 

   —No le cuenten a su Madre que salimos a comer con una Señora y ustedes…, me caso de nuevo. Renuncié a mi trabajo, a comer arroz todos los días, a fumar y a tomar vino.

   —Si Mamá se enoja, enojada, te va a pegar una trompada o un cuchillazo.

   —Es que me gustan las dos, no sé con cuál quedarme.

   —Elegí la señora nueva, está sin estrenar, no como Mamá que está usada por vos y por tus amigos. Mientras ella hace el arroz, aparece un amigo, se encierran en el dormitorio. Según Mamá es para charlar. Y los demás hacen lo mismo mientras vos estás en la oficina. Muchas veces se le quema el arroz. Lo da vuelta y dice: “hoy comemos tarta de arroz”.

   La otra Señora, tenía una casa pequeña, con una pileta olímpica. Había caviar y palmitos en la heladera y en el freezer helados de todos los gustos. Nos invitó a vivir con ellos.

   —Para mí es un hada. —dijo uno de los chicos.

   —Para mí es una pileta olímpica. —dijo otro.

   La Madre se fue a vivir en comunidad con gente hiponga, mucho más jóvenes que ella. Engañó a todos diciendo que era virgen. Por las noches paseaba los montes y se encargaba de estrenarlos a todos.

   Terminaron pensando que la mujer era una atorranta encubierta, por el FBI.

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