Vamos a la terraza a tomar nuestro cafecito,
todas las mañanas del mundo. Daniel me dicta los temas que hablan los
parroquianos. Yo anoto, no de chusma sino para que estén al servicio de mis
cuentos.
Daniel le dijo a un Viejo que recién
entraba:
─Estamos cada vez peor.
El Viejo contestó:
─Y sí…─luego lo pensó y dijo─Lo que pasa es
que todos estamos esperando de dónde van a volver más cachetazos.
Nos palmó el Viejo con sus palabras.
Santi estaba solo en la mesa de al lado. Es un
santo, como su nombre lo indica:
─Este
Gobierno de mierda nos está arruinando.
─Peor que eso ─dijo una mujer─nos están asesinando.
Pude
salir de mi silencio:
─Peor que ser impotente, es ser prepotente,
como mandan estas supuestas Autoridades.
Otro solo dijo:
─Estamos a merced que la Argentina sea
argentinita, cada vez más chiquita, sin ni siquiera alguien que nos defienda.
Se sumó otro:
─Es
tan doloroso pensar que yo ahora no pienso nada, en la próxima generación serán
todos degenerados.
Un señor le comentó a su amigo:
─Estos dos, ¿no serán de la SIDE, que ahora
es AFI? ─refiriéndose
a Daniel y a mí.
Nos dio tanta bronca que nos fuimos sin
pagar.
Daniel me tomó de la mano, yo lo sigo a todas
partes.
─Desde hace 45 años sos mi mejor amigo, mi
único amigo.
Daniel besó nuestras dos manos juntas y
cruzamos a la plaza.
─No te preocupes, que todo va a cambiar.
Una mentirita, que preferí creerle, lo que
no cambiará es el amor que nos tenemos.

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