sábado, 31 de julio de 2021

PRIMERA NOTICIA (Parte VI)

 

   Hicimos un viaje a Puerto Rico Pene y yo. Karina se quedó sola, aprovechó para entrar en nuestro vestidor, se probó toda la ropa de Pene. Eligió un vestido largo con dos metros de cola, volados superpuestos y un polizón. Era como Vivien Leigh en la película “Lo que el viento se llevó.”

   Llegamos un lunes y como no teníamos mascotas, gritábamos:

   ─¡Karina! ¡Karina dónde estás! ¡Pichi, pichi, venga a saludarnos!

   Apareció en la escalera. Pene ayudó para llevarle la cola y que el vestido no se arruinara. Era más importante su vestido, que Karina.

   Bajó la escalera lentamente, con la cabeza en alto y una corona de esmeraldas. En lugar de mirar los escalones, tropezó y se cayó.   

   ─¡La Princesa se ha caído! ¡Viva la Princesa!

   No se le movió ni una esmeralda. Excepto una quebradura de muñeca. La socorrí de inmediato y la vendé. Estaba tan agradecida que me mordió la boca. Yo a cambio la tomé de la cintura y con la música de un vals tocado por Pene en el Steinway, recorrimos la casa valseando.

   Mi Padre había golpeado a Karina Korilki con fusta y trompadas. Encontré el por qué mi Madre nos abandonó. A ella también la golpeaba cuando yo no estaba. Presentamos una denuncia ante el Juez de menores. Karina tenía dieciséis años. Por lo tanto mi Padre era un violador. Karina no dijo nada que fue por consentimiento. (Buena estrategia). Cuando mi Padre salió de la cárcel lo fui a buscar para pegarle con una fusta y una que otra trompada. Y ahí paré, después de todo era mi Padre. 

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