Me instalé en casa de mis Padres. No tuve
noticias de ellos y habían cumplido dos
años de sus partidas. Cuando miré las fotos de Karina, decidí hacer una enorme
fogata. Aproveché la pileta vacía para incendiar ropa, muebles del living,
arranqué cortinas y seguí con las fotos. Sólo dejé el somier, la pantalla
gigante para ver películas y todos los almohadones. Recuperé el jardín, podé
los árboles y sembré césped inglés.
En la casa de en frente, había una tal
Penélope y su apócope era Pene. ¿En qué estaban pensando sus Padres? La
llamaban Pene, todo el tiempo:
─Pene, alcánzame esto, Pene, alcánzame lo
otro.
Le propuse limpiar toda mi casa ocho horas
por día, pagarle el doble de lo normal. Me falta poco tiempo para terminar el
Conservatorio. Tocaba el piano todo el día, pero a esa sala Pene no tenía
acceso.
Una tarde apareció mi Tía Tola:
─Supongo que no tendrás algún lío con la
Sirvienta, te traje una tarjeta para poder hacer extracciones en el banco
“Tirt”, abreviatura de “Te robo todo”.
─Seguro que la tarjeta “Tirt” me la dejó Papá para no tener que trabajar
y poder tocar el piano.
─Aunque no lo creas, fue tu mejor amigo.
─¿Y Mamá no dijo nada?
─No, porque no sabe nada.
Por suerte se fue temprano. Justo cuando
Pene se retiraba, no la saludó, dijo “permiso” y ni siquiera la miró. Cuando le
iba a pagar su día, me habló con voz despaciosa:
─Yo también toco el piano, pero nada que ver
con usted. Le quería decir que a mi parecer, toca mejor el Claro de Luna de
Debussy, que el de Beethoven. Fue cuando tuve que volver a trabajar de
cualquier cosa. Antes empeñé mi piano.
─¿Y no querés aprender conmigo? La limpieza
es lo de menos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario