lunes, 5 de julio de 2021

CUANDO NO HAY RUTA

 

   Pobre Tía Nela, un alzhéimer galopante me confundió con la Señora que limpia y con una linterna me mostraba dónde había pelusa.

    —Mire Raimunda, los escalones para usted no existen, la próxima vez que me encuentre con alguna sorpresa, la voy a tener que echar. Mire la cara que tiene, no la quiero en esta casa.

   —Y me empujaba a mí, que soy su Sobrina, hasta que salí a la calle, con un “No venga más, por ahora, si la necesito la llamo”. Sugiero que la próxima vez vayas vos a visitarla.

   —¿A quién tengo que ver?

   —A la Tía Nela.

   —¿Y quién es la Tía Nela?

   —Es nuestra Tía y deberías estar agradecida, nos regaló su casa.

   —¿Qué casa nos regaló quién?

   —Ahora que me preguntás me olvidé de lo que estábamos hablando. Alcanzame eso.

   —Qués es “eso”?

   —Eso, eso, eso. Qué va a ser eso, dale, traelo.

   Y cuando lo trajo, la hermana no se acordaba qué le había pedido.

   —Últimamente me olvido de todo, así fue como me robaron la cartera. Compré algunas cosas, llevé las compras al auto. Corrí al negocio y pregunté si alguien había visto mi cartera negra. Y no la habían visto. Me dio tanta bronca que dejé el auto cerrado, con las compras adentro.

   —¡Me acordé! Es la primera vez en siglos que me acuerdo de algo. Tu cartera la dejaste colgando del perchero.

   —Bueno, gracias, es un alivio, ¿y el auto?

   —Ah, no sé, si no te acordás vos. Es más, ni siquiera sabía que teníamos auto.

   —Un día nos vamos a dejar el gas prendido, no quiero ni pensar.

   —Tengo una idea, ¿y si nos vamos a vivir con la famosa Tía Nela?

   —Y sí, porque si yo he perdido la memoria, vos también, la Tía Nela que no recuerdo ni quién es, nos va a recibir encantada.

   Abrió la puerta:

   —¿Ustedes quiénes son?

   —Somos tus Sobrinas y vinimos a vivir con vos.

   —Hay un pequeño detalle, yo no tengo Sobrinas.

   Cerró la puerta con triple llave.

   Pensé que algo tendríamos que hacer, nos salió redondo, volver a nuestra casa.

   Estaba incendiada totalmente, pasamos por delante sin darnos cuenta, las dos habíamos olvidado la dirección de dónde vivíamos.

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