sábado, 29 de octubre de 2022

RECUPERACIÓN SOÑADA

 

   El auto quedó sin combustible, la mujer quiso abrir la puerta, olvidó que se trababa dos por tres, el marido, un pterodáctilo como ella, abrió la suya.

   Una traffic, que venía a mil, rozó filoso al pequeño auto y le llevó la puerta.

   Yo estaba estacionado, leyendo mis resultados de sangre. Bajé del auto, el viejito se agarraba la cabeza, su mujer parecía embalsamada. Le pregunté si estaba lastimado, dijo que no, igual miré su cuerpo, toqué toda su cabeza, los brazos, las piernas. Le ofrecí acercarlo a una guardia, para estar más seguros.

   El de la traffic frenó cuadra y media después y corrió hasta el auto con la puerta en la mano.

   Parecía que yo sobraba y entré en mi vehículo. Él tendría unos veintiocho años, calculé. Le pidió disculpas, que no lo vio, que cómo se encontraba, mientras tocaba su cuerpo y decía “Bien, bien”, dijo ser médico. El viejito le explicó que estuvo algo confundido, pero ahora se había recuperado. La mujer agradeció la deferencia del chico, que sonreía con alivio, él les explicó que tenía seguro y agregaría un dinero para que el auto quedara como nuevo.

   Enganchó el auto en la traffic, para cargar nafta. Los invitó a subir y la viejita decía que la camioneta era viajar en un elefante.

   Aplaudía como una niña y su marido le besaba la frente. Es verdad, decía el viejito, como reza la propaganda, un “lugar soñado”.

   El chico advirtió que la pareja, no era de acá.

   Le inspiró ternura la conclusión del lugar soñado.

   No quiso desilusionarlos. Él sabía que era un pueblo de mierda.

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