lunes, 15 de abril de 2024

CON SUMISIÓN

    Tenía un dedo muerto. Tuve un accidente, partí una mesa de hierro con odio por no encontrar el celu, que sonaba y sonaba. Me dio tanta bronca que el dedo se puso negro. No podía calzar ninguno de mis zapatos. Me dolía, se notaba en mi cara. El botox que tenía puesto se desplazaba de un lado a otro.

   Me planché el pelo, corté un flequillo gracioso, tiré un mechón sobre mi cara y no se notaba nada. Me avergonzó verlo arribar a la Confitería con un clavel rojo en la solapa. Él lo había dispuesto así, para que lo reconozca de inmediato.

   ─¿Y cómo te diste cuenta que era yo?

   ─Por el vestido negro y los dos escotes, uno hasta el ombligo y el de atrás descarado. Sos mucho más alta que yo.

   ─No, para nada, tengo las rodillas plegadas para no tocar el piso con los pies.

   ─¿Qué les pasó a tus pies?

   ─Carece de importancia, además no son los pies, es un sólo dedo y no quiero tocar el tema. Te conozco de la Facu, fuiste Profesor en alguna Materia y yo tu alumna, en lugar de escucharte admiraba tus ojos sefaradíes.

   Comimos ostras con champagne.

   ─Tengo un regalo para vos, es una habitación que da al mar, la tengo reservada hace más de un mes, para esta ocasión.

   No esperó respuesta, me llevó de la mano y ambos nos dirigimos a la ventana. La luna tocaba el mar. Me besó los pies, abrió mis piernas despacio, con sutileza me penetró.

   ─Qué calentito que está acá.

   Le pedí con desesperación:

   ─Por favor, no te vayas antes que yo.

   ─No quiero ─me susurró─ estoy batiendo el record de toda mi vida.

   ─Y después ¿qué viene?

   ─Te sigo cojiendo hasta que te duermas y aprovecho por atrás. Ninguna mujer quiere eso, pero vos sos buena y me lo vas a permitir. Hasta que salgamos por la ventana, lleguemos al mar y pongas tu dedo enfermo en el agua. Te vas a curar, juraría que ya estás curada.

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