Considerando sus dolores que le viajaban por el cuerpo, huesos, lunares, granitos, febrículas, hongos. Consultó con el mejor Psiquiatra-Psicólogo de Buenos Aires. Le habló Moni:
—Te digo que es
carísimo, debe ser muy buen Analista. Si no fuera tan caro, no sería tan bueno.
Igual te conseguí un turno con el Psi René, el miércoles a las cinco de la
tarde. Perdoná que me haya inmiscuido.
—Moni, hiciste
lo que debías, gracias, chau.
—¿A qué debo el
honor de su visita?
—Después de
conocerme, verá que no tengo honor. Lo quiero consultar, me salió un grano en
la oreja, lo miro todos los días y se agranda, estoy muy asustada, ¿qué puede
hacer?
—Yo no puedo
hacer nada, tengo un grano en la oreja, si usted lo deja de mirar el grano
desaparece. Dejamos acá. Nos vemos el miércoles, a las cinco.
Apenas salió del
Consultorio, René dio un portazo.
—Usted nunca
preguntó, pero mi nombre es Nora.
—Es muy lindo su
nombre, pero me gustaría que hablara de otras cosas, su infancia, la
adolescencia, la juventud.
—Doctor René,
esas cosas pertenecen al pasado y tengo una capacidad de olvido, donde enterré
mi pasado. Lo que más me preocupa es un lunar abajo del ombligo, era redondo y
chiquito, ahora empezó a engordar. Tengo miedo que sea cáncer.
—Querida Nora,
¿por qué no me lo muestra?
—¿Y es
obligación que se lo muestre?, me tengo que desabrochar la camisa, la camiseta…
—Además de
Psiquiatra, soy Médico y lo puedo evaluar. Aquí está, aprendí en la Facultad
que los lunares no se tocan ni se operan.
—Me dejaría más
tranquila, que me lo palpe.
—No me pida eso
ahora, acá hacemos psicoanálisis, no tocamos lunares y menos éste, que tiene un
pelo duro en el medio.
—También tengo
una mancha en un glúteo, le permito que la mire, es marrón con puntitos
amarillos.
—¿Sabe cómo se
soluciona? Lavando bien sus intimidades, sobre todo cuando depone, la mancha es
de caca y por el olor tiene muchos días. Debe bañarse más seguido.
—Doctor René, si
me baño, me lleno de alergias de toda índole.
—¿Por qué no se
queda desnuda? y podré ver todos sus problemas juntos. Ahh, Nora, su cuerpo es
perfecto. Tengo una inyección para darle que le quitará las tonteras que
imagina. Dese vuelta, por favor.
—Doctor René,
me parece que se está propasando, eso que me pone en el ano, no es una
inyección, es su propio miembro.
—¿La hace sentir
bien?
—Pssi, la verdad
es que en la próxima sesión me gustaría que siguiéramos jugando.
—Dejamos aquí,
no olvide el próximo miércoles a las cinco. Le pido que venga limpia,
reluciente, sino, no juego más.
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