lunes, 29 de abril de 2024

PUNIBLE

   —El que termina primero tiene un 10.

   Aroldo entregó su examen y obtuvo 10. La Srta casi le da un beso, era lo que las preguntas esperaban certera respuesta. Después entregaron los demás. Uno tras otro, sabiendo que sus hojas tendrían un uno como máximo. El último sacó cero porque tocó el timbre del recreo, sino seguía escribiendo.

   —¿Saben Uds por qué Aroldo tuvo la nota más alta? Entregó la hoja en blanco y esa fue la respuesta correcta. Él pensó cómo responder y en tres segundos comprendió que la nada era el resultado. No es agradable llenar de palabras lo que ignoramos.

   Llegó la segunda hora, la infame, la terrible, se sentían rehenes, había un porcentaje que no sabían multiplicar, otras dificultades como sumas, restas y divisiones, más la Srta que les daba ejercicios con las operaciones combinadas. Dio las consignas:

   —El que termine primero tiene un 10.

   Los Padres de Aroldo, recibidos en Ciencias Exactas. Matemáticas les apasionaba a los dos. Transmitieron ejercicios elementales a su hijo, primero con juegos y luego con álgebra. Aroldo, niño esponja, asimilaba con rapidez. Fue el primero en entregar, los otros elongaban el tiempo con mejillas coloradas y mordiendo la cabeza de los lápices. Aroldo resolvió todo en diez minutos, por caminos diferentes a los expuestos por la Srta, pero resultados idénticos.

   No pudo evitar decir:

   —Aroldo tiene 10.

   Y para no denostar a los demás, la desgracia consuelo:

   —Tienen que estudiar y prestar atención en clase, para ser como…─casi lo dijo─ …mejores alumnos.

   Consiguió controlar su entusiasmo por ese niño. Cuando llegó la tercera hora, entraron todos, menos Aroldo.

   —Silencio, por favor, ¿dónde está Aroldo?, él es siempre el primero en llegar.

   —A lo mejor está en el baño, yo la última vez que lo vi, caminaba en esa dirección.

   La Srta pensó en mandar algún compañero, pero lo mejor fue ir ella misma. Se escucharon gritos, pasos agitados y la sirena policial en simultáneo con la Ambulancia. Aroldo estaba tirado en el piso del baño, en medio de un charco de sangre, tenía golpes y puñetazos, cortes de sevillana en órganos vitales en todo su cuerpo, los médicos hacían que no con la cabeza. Apareció la Madre fuera de sí, quería hablar con la Srta que estaba adentro de sí.

   —Ud es la culpable, cúmulos de diez y elogios continuos. Yo hubiera preferido una valoración como a los demás y que mi hijo estuviera vivo. Usted es la responsable, no la mato porque antes tomé diez píldoras. Ud nunca más ejercerá la Docencia. Se lo aseguro. 

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