martes, 9 de agosto de 2016

ESTRATEGIAS


      Una noche lo siguió hasta la biblioteca. Las mariposas le invadieron el estómago hasta que tantos aleteos la sentaron frente a Pipo. Eligió un libro cualquiera a unos metros de él, tan concentrado que su nariz casi tocaba las hojas. En medio del silencio, Felipa hacía que leía, mientras, para Pipo nadie existía. Ella inventó palabras que su lectura no decía. En voz alta: —Tus manos sabias acarician las hojas de tu libro quieto. Estás ausente de mí, que quiero estar a tu…
   Pipo, sin levantar la cabeza dijo: —shsh, por favor…
   Felipa, haciendo caso omiso, siguió el invento: 
—…Miro tu espalda encorvada y muero de ganas de abra…
  Él exasperado se levantó y apoyando ambos puños en la mesa dijo: —¿No podés leer para adentro?, éste es un lugar de estudio, además lo que leés es tan cursi que me desvía la atención.
   Felipa lloró estilo cocodrilo mientras, Pipo le procuraba una buena novela de lenguaje accesible. La depositó en el lugar de ella, Felipa seguía llorando, —Yo sé porqué llorás, tu novio te largó o algo así, ya te van a aparecer otros novios, ahora llevate éste a tu casa y lo leés tranquila, disculpá si te ofendí, pero mañana rindo, ¿entendés?
                                                                          

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