Perdí mis
amigos, mis hermanos, mis primos.
No por
fallecidos, peor, el alma les dejó de existir, justo lo que no tiene fecha de
vencimiento.
Corté las
visitas que no eran.
Ellos
consideraban que yo, no era.
Los hice
desaparecer de mi cabeza. Proyecté una vida futura.
Edité un libro, no
vendí ninguno. Perdón, vendí uno a mi mamá. Quisiera escribir como algún grande
de la Literatura Universal. Mi próximo libro será de episodios novelados, con
superhéroes, ciencia ficción y dos o tres polvos explícitos. Si el mercado
joven se entusiasma con mundos paralelos, donde la intimidad se expone con
descaro, ellos pegados a las computadoras y el pegamento iuhu, es para siempre.
Deseo que apaguen las pantallas, la vida pasa por ahí, sin que ellos lo
adviertan.
El mercado
adulto suele comprar libros para regalar, sin leer previamente. El regalado
tampoco los lee y mueren de lomo en bibliotecas que sólo el plumero acaricia.
Trabajé mucho y
seguiré, hasta que mis dedos artríticos no puedan sostener la birome y escriba
disparates, siempre buceando, siempre volando.
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