martes, 2 de agosto de 2016

LO QUE QUEDÓ

                                                                    
   —Tá caro el papel higénico, no tenés que usar tanto, está el bidet, la tohallita enjabonada.
   Y luego —¡¿Quién se comió todo el queso de rallar para los ñoquis del veintinueve?!
   La heladera estaba vacía, tenía ganas de picar algo, cuando vi el queso, en medio de la nada, le di, hasta la cáscara incluída.
   Ese día no comí ñoquis, bastantes ñoquis me banco en el laburo. Me ofrecieron ser ñoqui. Dije no. Me echaron. Ahora a buscar, miro las baldosas y juego a la rayuela con los soretes de la calle. Gasté dos centímetros de suela en una mañana de “no”, no, no, no, el último me dio ganas de hacer noni noni. Entré a casa y ella tenía el discurso funcionando —¿Sabés que pasó? Todas nuestras tarjetas están bloqueadas. Fue un papelón en el super mercado cuando devolví todo. Ahora no hay nada, las góndolas están con faltantes y no saben hasta cuándo.
   Yo pensé en lo nonista de mi mujer —Sos muy negativa, no sabés esperar que algo cambie.
   Ella preparó su valija —Me voy a lo de mi vieja, cambio de casa, cambio de marido. No, de marido no. Me dejaste sin ganas de encontrar otro pusilánime.
   Cuando se fue sentí un enorme alivio auditivo, como si hubieran apagado cuatro parlantes.
   Dormí tanto, que casi olvido que la bruja se fue.
   Me fui a lo de mi vieja, comí como chancho en ayunas. Decidí no salir, total, para escuchar: no, no, no, no. Prefiero hacer noni noni.   
                                                                           

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