viernes, 9 de diciembre de 2016

AYUDAS


   —¿Cómo vas a robar de mi billetera, de la del Tío Juan y del Chancho?
   —Anoche apareció un Hada, Mami, ella me dijo que hiciera eso. Para que te quedes tranquila, el hada tenía un Manto de Virgen, un Rosario en el cuello y un aura de estrellas doradas.
   Tío Juan tenía ochenta años y andaba por la niñez de nuevo. —A mí nunca se me apareció un Hada. Pero me hubiera gustado hacer eso, mis padres tenían tanto dinero que olvidaban sus billeteras en cualquier lado, me acercaba para sentir el olor, pero nunca toqué un peso.
   Fue escuchado con respeto tentado.
   —Supongamos que la sustracción al Tío Juan, no fuese robo, nunca tiene un centavo, ni le importa, es más, pienso que el Tío Juan se hizo la cabeza con lo que debía tener el Hada bajo los tules.
   —Mami, te juro por el Hada que era castrólica, como vos.
   Es un sueño que tuvo. —Las Hadas no existen, lo dice La Biblia, en la página que no existe. El Chancho es tuyo, si sos capaz de robarte a vos mismo ¡Cómo serás con los demás!
   —Tenés razón Mami, a lo mejor era un Issis disfrazado con tules y andaba necesitando plata.
   —Bueno basta de delirar. ¡El dinero de mi billetera era para comer hasta fin de mes! ¿Qué hacemos ahora éh?
   —No te preocupes Mami, esta noche, cuando aparezca me va a decir que robe otras billeteras. Le voy a pedir que me acompañe, con tal de lucir su Manto, el Rosario y el Aura de estrellas doradas, es capaz de cualquiera.
   Tío Juan preguntó —¿Puedo ir yo también? Quiero que me consiga un Hada.
   —¿Necesitás un Hada propia, Tío Juan? ¿Para qué querés una?
   Tío Juan respondió con veinte años menos 
—Cosa mía.
                                                                     

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