Asisto a una
tallerista de lectoescritura, es como una Facultad ambulante. Sabe hablar
idiomas, como el Sánscrito, Esperanto, Latín, Griego, Inglés, Francés, Italiano,
Búlgaro y Rusogermánico. Tiene nociones de Castellano. Da talleres en Islas
Malvinas, la Base Marambio, Brasil, EEUU, Polo Norte, Japón, China y Singapur.
Apenas le alcanza el tiempo, por eso no duerme nunca, leyó la Biblioteca de
Alejandría de memoria, la Biblioteca Nacional, allí aprendió las Obras
Completas de Borges, Joyce, William Faulkner. Este último es uno de sus
preferidos. Antologista y Compiladora de los cuentos que traen sus alumnos,
suelen ser malísimos, para ella no constituímos un fracaso docente, muy por el
contrario, somos una promesa. Si no fuera por sus clases no seríamos ni eso.
Ahora nos abandona por unos alemanes turbios que proyectan un ghetto
aggiornado. Tendrá una entrevista privada con Adolf en un bunker. El viejo Nazi
está vivo, tiene ciento cuarenta años y sus facultades mentales lúcidas. Nos
mandará la grabación de la charla. La vamos a extrañar, todos tememos que el
año entrante nos haga leer “Mi lucha”, para tener una mirada diferente de seis
millones. De allí tomará un vuelo a Suiza, invitada por los padres de Polín.
De todos modos
está cansada de usar su memoria para retener nuestros nombres. Nos escribirá
números en los brazos con tinta indeleble.
Espero que en
marzo aparezca con un novio Jeque Árabe y nos proponga un taller en Emiratos
Árabes, con gastos incluídos. Deberemos abandonar nuestras familias, no vamos a
extrañar nada, está lleno de Jeques dispuestos a calmar las angustias de la
distancia. 
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