viernes, 16 de diciembre de 2016

LE VOYAGE


   —Vivís entre muros, parece que formaras parte de la pared, ¡Dejá de escribir todo el tiempo! –Dijo la tía Nela-.
   La psi me pidió que fuera al aeropuerto y mirara el mundo sin birome.
   Les hice caso, para hacerles el gusto, era razonable.
   Llamé a mi psi y le pregunté a qué lugar podría ir, contestó seca
—A donde se te cante el culo.
   Hace años que no viajo, Me agotó la historia del pasaporte, hacer la mochila, puse lo imprescindible, una malla, una tohalla, dos remeras largas y el vestido horrible, regalo de tía Nela. No encontré el cepillo de dientes, ni los medicamentos, ni el saco protector que era de mi viejo. Desde mi cama veía la mochila, chata, como vacía. Llegó el remisse y me caí de la escalera —¿Se lastimó señora?
   Le dije que no fue nada, tenía magullones en ambas piernas.
   Cuando abrí la puerta del auto, se me vino encima y perdí dos dientes —¿Se lastimó señora?
   Era imbancable el tipo, le contesté con la boca cerrada y los dientes en la mano. —No fue nada, usted hágase cargo del volante, que de mí me ocupo yo.
   Cuando bajé el viaje no me costó nada, el tipo se fue con mi mochila en su fucking remisse. Suerte que llevaba el pasaporte en la mano, me pidieron el pasaje, dije que no sabía dónde estaba. Un señor muy amable señaló que me asomaba del corpiño. Destino “El Cairo”. —¿Queda lejos de acá?
   La vieja me miró como si yo estuviera loca, le arranqué mis papeles                                 
—Vos estás loca, devolveme el pasaporte.
   Cuando salí del aeropuerto, el mismo remisse que me trajo dijo que le debía un viaje. Me dio tal odio que grité —¡Policía, policía, un policía por favor!
   El remisero pidió que no gritara más, porque él era policía y mostró el arma reglamentaria. Le pedí a una señora el celular y llamé a mi tía Nela. Vino en diez minutos. Bajó del auto y me abrazó. —Ya va a pasar, querida, ya va a pasar.
   La señora del celular dijo a mi tía que le parecía que yo no andaba bien de la cabeza. Tía Nela hizo fuck you y me empujó dentro del auto, cerró y tres de mis dedos quedaron afuera. Por suerte no se cortaron. Empezó el interrogatorio tiesco: ¿Dónde está tu mochila? —Me la afanaron.
¿Y el pasaporte? —Lo perdí de nervios.
¿Y el pasaje? —Lo rompí de bronca.
¿Te sentís bien? —Perfecta ¿Me llevás a casa?
   Por suerte había olvidado la llave puesta del lado de afuera. Entré y le cerré la puerta en la nariz a mi pobre tía Nela, me parece que se la rompí. Y bueno, cosa de ella.
   ¡Al fin solas, yo y yo! Voy a seguir el cuento que empecé ayer, justo se trata de una chica que decide viajar. Pobre mina, lo que le espera.
                                                          

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