—Vivís entre
muros, parece que formaras parte de la pared, ¡Dejá de escribir todo el tiempo!
–Dijo la tía Nela-.
La psi me pidió
que fuera al aeropuerto y mirara el mundo sin birome.
Les hice caso,
para hacerles el gusto, era razonable.
Llamé a mi psi y
le pregunté a qué lugar podría ir, contestó seca
—A donde se te cante el culo.
Hace años que no
viajo, Me agotó la historia del pasaporte, hacer la mochila, puse lo
imprescindible, una malla, una tohalla, dos remeras largas y el vestido
horrible, regalo de tía Nela. No encontré el cepillo de dientes, ni los
medicamentos, ni el saco protector que era de mi viejo. Desde mi cama veía la
mochila, chata, como vacía. Llegó el remisse y me caí de la escalera —¿Se
lastimó señora?
Le dije que no
fue nada, tenía magullones en ambas piernas.
Cuando abrí la
puerta del auto, se me vino encima y perdí dos dientes —¿Se lastimó señora?
Era imbancable
el tipo, le contesté con la boca cerrada y los dientes en la mano. —No fue
nada, usted hágase cargo del volante, que de mí me ocupo yo.
Cuando bajé el
viaje no me costó nada, el tipo se fue con mi mochila en su fucking remisse.
Suerte que llevaba el pasaporte en la mano, me pidieron el pasaje, dije que no
sabía dónde estaba. Un señor muy amable señaló que me asomaba del corpiño. Destino
“El Cairo”. —¿Queda lejos de acá?
La vieja me miró
como si yo estuviera loca, le arranqué mis papeles
—Vos estás loca, devolveme el pasaporte.
Cuando salí del
aeropuerto, el mismo remisse que me trajo dijo que le debía un viaje. Me dio
tal odio que grité —¡Policía, policía, un policía por favor!
El remisero
pidió que no gritara más, porque él era policía y mostró el arma reglamentaria.
Le pedí a una señora el celular y llamé a mi tía Nela. Vino en diez minutos. Bajó
del auto y me abrazó. —Ya va a pasar, querida, ya va a pasar.
La señora del
celular dijo a mi tía que le parecía que yo no andaba bien de la cabeza. Tía
Nela hizo fuck you y me empujó dentro del auto, cerró y tres de mis dedos
quedaron afuera. Por suerte no se cortaron. Empezó el interrogatorio tiesco: ¿Dónde
está tu mochila? —Me la afanaron.
¿Y el pasaporte? —Lo perdí de nervios.
¿Y el pasaje? —Lo rompí de bronca.
¿Te sentís bien? —Perfecta ¿Me llevás a casa?
Por suerte había
olvidado la llave puesta del lado de afuera. Entré y le cerré la puerta en la
nariz a mi pobre tía Nela, me parece que se la rompí. Y bueno, cosa de ella.
¡Al fin solas,
yo y yo! Voy a seguir el cuento que empecé ayer, justo se trata de una chica
que decide viajar. Pobre mina, lo que le espera.
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