domingo, 4 de diciembre de 2016

CREER O PAGAR


   Dulcinea Del Todobolso andaba perdida con una ristra de bolsos, en medio del desierto. Llevaba tres árabes custodios. Descansaron en un oasis palmeroso. Ella dormía sola.
   Temía a sus propios custodios, aquellas miradas de codicia, que obedecían sus órdenes. Así fue cómo daban vueltas en redondo. Dulcinea tenía predilección por el árabe color berenjena, el que señalaba los puntos cardinales y sugería caminos inciertos.
   Los otros dos llevaban los bolsos, que aumentaban de peso bajo el sol que atravesaba la cabeza de todos. Divisaron en el horizonte siete camellos montados por árabes. Pensaron en un espejismo, hasta que el sol iluminó dientes de oro que los enceguecieron, era la famosa sonrisa arábiga, signo de bienvenida. Ofrecieron tres camellos para la carga y uno para Madame, que caminando era una carga. Se saludaron entre ellos como viejos conocidos. Dulcinea Del Todobolso inclinaba la cabeza ante cada uno. Al cabo de 2 km se encontraron con un palacio estilo Taj  Mahal, rodeado de un muro de setenta metros de altura. Se abrieron las puertas y pasó ella primero. Cerraron y los árabes, sus camellos y los bolsos, quedaron fuera. Trotaron por un camino oculto y desaparecieron tras un médano tan largo como la Muralla China. Ella se alegró, no toleraba más el olor a sudor, a pis y caca, que provenía de sus custodios.
   La bañaron en leche de cabra, le cambiaron la ropa, por una capa de Reina. Cuando Dulcinea Del Todobolso bajó las escalinatas de mármol transparente, los Ministros, Gobernadores, Intendentes, Prelados y Pelados, reclamaron los bolsos, dijo —Soy tan distraída, siempre estoy en otra cosa, los olvidé en los camellos, pero está todo bien, fueron mis acompañantes de esta peregrinación. Se merecían una buena propina.
   Nadie pudo emitir sonido, a excepción de un Gremialista —Con todo respeto, Señora Dulcinea Del Todobolso, ud. es más estúpida de lo que imaginamos.
   Ella se arregló las pestañas implantadas —Es cierto, estoy cada día más estúpida, por eso la gente requiere mi presencia. 
                                                                  

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