viernes, 30 de diciembre de 2016

SO COOL

                                                  
   —Por tu angosta despedida y tu augusta partida, debo reconocer que no soy el emperador que esperabas, seguí soltera, vas a terminar echando cianuro en cualquier gil. Decirme malo a mí, que soy un ángel de una personalidad exquisita y mis gestos son sonrisas. Tu política con los afectos, se dan de patadas.
   No cabe una caricia, lejos de un beso, no poder colarte una mano en el corpiño y decir que te amo, aunque no sea cierto.
   Me obligó mi padre a conocerte, primero te conoció él, tuvieron charlas profundas, tan profundas que nunca me contó a qué se refería con las profundidades. “Debes conocer a esta emperatriz, está solita, con todo un imperio en sus manos. El marido anterior tenía forma de tonel, reventó de tomar tanto vino y promover guerras absurdas.”
   Si mi viejo pensó que podía ayudar con aquel monstruo de imperio, a la tilinga presumida y ambiciosa. Tuvo la respuesta, ella me dejó en el medio del gasoil negro que despedía su auto, dijo algo así como
—Papi, con vos no voy a ninguna parte, acá se necesitan garras y vos tenés dedos clericales.
   Dejó mi autoestima anémica, volví a vivir con mi padre. No me gustó, hacía bardo todas las noches con sus amigotes, totalmente etilizados se tiraban al estanque, parecían hipopótamos. Decidí abandonar la casa paterna. Me instalé en un lugar que prefiero no nombrar, ni dar la dirección. El viejo sabía dónde era, mandó una esquela que decía “Por tu angosta despedida y tu augusta partida, debo reconocer que no soy el padre que esperabas”.                                                                                             

No hay comentarios:

Publicar un comentario