sábado, 10 de diciembre de 2016

SESGO INGLÉS


   Se detuvo ante el Castillo para pedir un vaso de agua. Un viejo con cara de Papá Noel con gripe abrió un portón —¿Qué prefiere? ¿Agua de la canilla, filtrada, bidón disfrazado de mineral, soda, agua de bomba o de lluvia colectada en palangana?
   Narciso quedó anótico —No doy más de sed, quiero tan sólo un vaso de agua. Las opciones corren por su cuenta, Sr.
   El viejo achicó sus ojos con desafío felino —A cambio de ser jardinero de este solar, es el precio.
   Justo, era el oficio de Narciso, ni lo pensó —En el siguiente paso al vaso de agua, acepto su oferta.
   De inmediato el viejo abrió la manguera —Qué sus manos sean el vaso, acá no hay ni vasos, ni copas, ni platos, sintetizo, vivo en una pieza del Castillo. Pasaron cosas… bueno, la chusma del pueblo le contará ¿Su nombre?
   —Narciso, Sr
   Le ordenó cortar el césped, señaló el galpón, 
—Allá están las herramientas.
   El viejo iba a realizar su caminata diaria de 8 km, decía que a los setenta es necesario 7 km. A los ochenta 8 km, a los noventa 9, y a los cien, 10. No se llega, antes uno se va de la tierra.
   Cuando Narciso terminó de cortar, con una tijera oxidada, llegó el viejo. —Oh!, qué bonito le ha quedado y al sesgo, estilo inglés. Puede dormir en el galpón, si quiere. Mañana le daré otras tareas.
   Narciso pensó que era un viejo avaro, el Castillo tenía veinticinco alcobas y a él lo hacía dormir en el galpón? Al amanecer el viejo abrió las persianas y se asomó con gorro de dormir. —Venga a desayunar conmigo, Narciso.
   Él contestó que “No, gracias”, debía hacer algunas cosas en pueblo.
   —Bueno, bueno –Dijo el viejo- Te contarán mi historia, de a pedazos. Vos serás el encargado de armar el rompecabezas.
   Cerró las persianas con violencia, dejando su gorro de dormir entre ambas.
   La chusma lo miraba con respeto, raro, en general era con desprecio o como si fuese aire. Cada conversación que sostuvo, con tres lavanderas, el tipo que vendía tabaco y los del almacén de ramos generales, deslizaron algún tramo de la historia. La esposa del viejo se enamoró del jardinero, le relató a su esposo lo que le estaba sucediendo.
  El esposo destrozó todas las arañas de cristal del castillo, rompió la vajilla de tres generaciones, arrancó los cortinados y se tiró a llorar como un niño, ella se acercó, el esposo la empujó, le gritó que era una perversa —¿No te das cuenta que yo también estoy enamorado del jardinero?
                                                      

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