Estoy enervioso:
─Mami, quiero saber qué me van a regalar
para mi cumpleaños.
─Niño lindo y bueno, tenés que tener
paciencia.
─Sí, voy a tener la misma paciencia que vos
tenés con papi, cuando llega tarde y lo reputeás, te tirás de los pelos y te
encerrás en el dormitorio.
─Yo jamás digo malas palabras.
─Es mentira, te escucho cuando las decís y
parecés fea y mala, te lo digo porque papi últimamente, duerme conmigo. Están
separados aunque vivan juntos. Igual me gusta, porque me cuenta cuentos que
terminan bien. Antes que termine yo me duermo.
─¡Por fin llegó tu cumple! Tenés muchos
regalos, llegan hasta el techo. Vas a cerrar los ojos y vas a elegir.
Me molestó cerrar los ojos, otros hacen
trampa y parece que no ven, pero ven. Yo no.
El primer regalo lo tanteé y era el más
grande. Cuando lo abrí con sonrisa, no lo pude creer. Mis comisuras se fueron
para abajo. Había un pijama con ositos, el uniforme del año que viene, zapatos
de viejo y alpargatas desteñidas.
─¿A quién se le ocurrió este regalo? ─dije
con ceño fruncido.
─Los
compraron entre tus abuelos, tus tíos, papi y yo.
Abrí otra caja, contenía muñecos
astronautas, apretando un botón tiraban balas de juguete. Volaban y se daban
órdenes con voz de radio. Tenían luces que llenaban el techo y las paredes con
estrellas de todos los colores.
─¿Quién me hizo este regalo?
─Tu amiguita de al lado, sus padres están
furiosos por gastarse todos sus ahorros en vos.
Esa noche dormí con mis regalos, esa vez mi
papi no vino conmigo. No hubiera cabido.
El mejor regalo para mí, fue que a mami y
papi que recontra reconciliaron. Por los ruidos que hacía su cama, me di cuenta
y los aullidos de mami.

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