─Recordá que tu personaje es de un labrador
tan humilde, despojado hasta de su rancho. Deprimido y sin trabajo consiguió
una familia muy adinerada que lo contrató gustoso. Hubo algo inesperado, la
hermana más grande de la familia se enamoró del labrador. Vos sos tan haragán
que ni leíste la obra, ¿sabés tu letra?, ¿y la de tus compañeros también?
─Por favor, no me suprima como actor, es lo
único que tengo. Mi personaje lo comprendo, también entiendo la relación con la
hija del patrón. Yo trabajé en el campo y sé perfectamente lo que es vivir sin
mujer.
─Hay algo de soberbia en ese gesto y te vas
a avergonzar. No te quiero como actor en esta obra, ni en ninguna.
─No se preocupe, tengo cientos de ofertas
que tuve que rechazar, porque como mi mujer es rica, quiere conocer Oslo, el
único lugar donde no existen los tilingos como usted. Y como despedida le digo,
que usted es un fracasado. Y no creo que cambie.

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