Como no podían
salir, jugaron a sincerarse. Él confesó que antes la engañaba con cualquiera.
—¿Vos sabés que
yo antes hacía lo mismo?, pero no con cualquiera, con los Maridos de mis
amigas, eran los que tenía más a mano, ahí comprendí, por qué estaban de
acuerdo. Se quitaban los Maridos de encima. Yo les hacía el favor y me acosté
con todos. Eran diez. Decidieron separarse de sus Mujeres, para casarse
conmigo, yo les dije que sí a todos. Entonces te inventé que llevaba un
contingente de turistas, por un tiempo. Vos seguías leyendo, mientras yo me
bajaba cada salame al sótano, no cabíamos, éramos muchos. Les empecé a cobrar,
ninguno quiso pagar. Los largué o se largaron. En casa no vivieron más, por fin
logré descansar.
—Te tengo que
decir algo, todo lo que te conté, es mentira, vos te lo creíste. ¡Ja!
—Yo también te
inventé todo. Es para condimentar este tiempo de la pandemia. Un matrimonio con
aburrimiento, se nutre de inventar historias o de cagarse a trompadas.
—A mí me dieron
ganas de varias cosas, cortarte la cabeza, tirarte por la ventana, me brotó el
instinto asesino y te empiezo a correr hasta que te alcance y te sugiero que
para despedir esta historia, nos acostemos.
—¡Qué disparate!
¡Qué ascoo!!

No hay comentarios:
Publicar un comentario