lunes, 5 de septiembre de 2022

LISTO EL POLLO

 

   —No tenés que estar tan ansiosa, dos noches sin dormir, te alimentás con tostadas y agua, eso no es bueno, Inés ¿me escuchás?

   —No soy sorda, flaca. Pero quedamos en vernos el miércoles, el tipo está rebueno, copado y sé que le gusto desde que era chica. Me pongo el vestido negro, me favorece, tengo un corpiño y un calzón exiguo ¿Te parece?

   —Pero sí, es perfecto, te diré que lo primero que vuela es la ropa, no olvides que los tipos mueren con tus ojos verde cielo.

   —¿Cómo verde cielo? Son azules o verdes. No me gustan, yo me los veo color escupida de mate.

   —Él te va a mirar otras cosas, Inés, no te pintes porque con este calor de mierda se corre todo.

   —Me da miedo este encuentro, seguro que me va a preguntar cosas…no sé, ¿viste? Pensá que es un tipo culto y yo una bestia, por ahí se aburre…

   —Inés, no te olvides de depilarte, en especial, donde ya sabés.

   —Jamás me saqué los pelos, ni de las axilas, dicen que es malo, para algo están.

   —Inés ¿cómo vas a ir así? Dejá de joder, te afeitás con una máquina y listo el pollo, pelada la gallina.

   —¿Vos me podés llevar hasta la puerta?

   —Por supuesto, te dejo en la esquina.

   —Gracias flaca, después te cuento.

   Entré enseguida, el tipo sonreía, preguntó dos o tres boludeces de rigor. Dijo que me quitara la ropa. Apretó mis tetas con delicadeza. Pidió que abriera las piernas y aseguró que no me dolería nada. Tuve vergüenza. Fue mi primer papanicolao. Seguro que se dio cuenta que soy virgen.

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