Gertrudis se
presentó al Instituto de Subsidios, para los ExClasemedia. Tras larga espera, de extensa
cola, llegó al escritorio, con un hombre de hablar y mirar robótico. Ella
relató sus desgracias y carencias, preguntó si le podrían dar una pensión. El
robot le contestó que iban a ver qué podían hacer. Cuando Gertrudis se puso a
llorar, llamó a su jefe. La cola lo iba comprimiendo, con esa mujer varada.
Llegó el jefe,
tomó del brazo a Gertrudis y la condujo a la oficina. Ella, volvió a su relato
y a su pedido. El jefe, le contestó que iban a ver qué podían hacer. A
Gertrudis le parecía el cuento de la buena pipa. Tuvo mareos y el jefe la hizo
recostar en un sillón y llamó al gabinete “psicorobo y adaptación”.
El psi, le tomó
la mano, Gertrudis sintió un pescado, en la palma de su mano y una voz de
tiburón con resaca, que se deslizó en sus oídos, diciendo que iban a ver qué
podían hacer.
Gertrudis
escuchó :
—Bien, estamos
bien Gertrudis, lo único que ya se habían acostumbrado a ser Clasemedia, pero claro,
“Uds.” se habían acostumbrado, o sea que es culpa de Uds. Acá le sello y firmo
el bonito, entréguelo a la salida, es para reciclarlo.
Gertrudis
caminaba temblando de hambre e impotencia. Cuando se iba, le regalaron un
sánguche de chorizo y una escarapela.

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