miércoles, 28 de septiembre de 2022

ANARQUISTA

 

   Un auto nuevo, era el sueño de Nico, había ahorrado toda su vida. Desconfiaba de los bancos y guardaba todo en su casa, bajo medio metro de tierra. A las doce de la noche se quedó sin puchos, como todo fumador salió a buscar un kiosco.

   Recién a las tres de la mañana encontró uno abierto.

   Camino a su casa divisó movimientos extraños, eran ladrones. Se llevaron todo, la casa quedó hasta sin postigones. Una camioneta en la puerta, esperaba cargar. Hasta su dinero llevaron. La prueba era el agujero que dejaron en el fondo. Nico pensó en llamar a la policía, lo pensó como acto reflejo:

   —Yo lo soluciono, creo ser más eficiente que ellos.

   Siguió la ruta de su dinero, la ruta de los muebles y hasta los postigones en la autopista quinientos cuarenta y cinco.

   En un momento daba vueltas sobre sí mismo y casi lo atropella un enorme camión. El tipo, que resulto un tipazo, lo subió al camión. Nico, atontado por su búsqueda de hormiga, hacía el relato tan minucioso, que el camionero encontró todas y cada una de sus piezas robadas, hasta una bolsa de residuos repleta de dinero.

   —¿Cómo pudo realizar este milagro?  ─preguntó Nico─ ¿Sabe qué pasa Señor Nico? Por mi profesión, conozco los desarmaderos de la zona, si usted quiere, Señor Nico, les podemos dar su merecido.

   Así fue cómo el camionero, dejó a los tipos violeta, Nico desmayó a tres o cuatro. Cuando se despidieron Nico desató la bolsa y le regaló un puñado de dinero.

   —No don, no se equivoque ¿Cómo me va a regalar algo que pensé que era una bolsa de basura?

   Compró el auto ese mismo día. Dio la sorpresa a su mujer que preguntó cómo lo hizo.

   —Autogestión, vieja, autogestión.

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