domingo, 18 de septiembre de 2022

LA DESGRACIA

 

   Ella era hipocondríaca. Jamás recibió un golpe en su vida. Este año fue distinto, para Navidad se quebró un brazo y lo solucionaron con titanio.  Cuando pasó a rehabilitación fue un infierno.

   Lo pensó como un castigo. El árbol partido con los adornos de cuando fue chica y los regalos aplastados. Se recuperó hasta que un día despertó con una hemiplejia facial que le dejó un ojo más bajo que el otro y una sonrisa de costado. Parecía un personaje de “Las Señoritas de Avignon”. Picasso, loco, la pintó así y era ella.

   Consuelo sintió un antepasado que predijo su cara actual.

   Terminó por aceptar su situación y largó kinesiólogo, ejercicios de recuperación y nunca más consultas médicas. Ahora llegan los pasajes, por fin tendría una charla con Pablo Picasso; dicen que sus manos son milagrosas, le pidió que por favor le curara su hemiplejia facial.

   ─Usted no está enterada, pero yo he muerto hace años y desde aquí no puedo hacer nada. Pero conozco infinidad de Com que la curarán y no le van a cobrar un centavo. Le van a cobrar quince mil euros, que para usted no es nada y si no júntelos como lo hice yo.

   Los Com realizaron un trabajo excepcional. Antes enterraron sus pies hasta los tobillos. Consuelo quedó tan agradecida:

   ─Yo no sé cómo pagarles.

   ─No se preocupe, ahora son veinte mil euros.

   No pudo desenterrar los pies de donde estaba. Parecía que la tierra era de cemento. Pidió socorro, nadie acudió. La rodearon los pájaros que son un regalo de la naturaleza. La fueron picando de a poco hasta que los chimangos se encargaron de todas las vísceras.

   No quedó nada. Pero ella estaba en el cielo charlando, con Pablo.  

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