—Te pido por
favor…suave…muy suave…así, así.
—¿Te gusta así o
de costado? Vos decime.
—Quiero
despacio, más despacio, no tan rápido…
—Yo creo que lo hago bien, hablo bajo para que
puedas, no falta mucho.
—Meté la punta y
ahí me doy vuelta, meté más, no es que quiera, necesito más…¿Entendés Bichi?
—¿Te duele?
—Para
nada…eso…bien al fondo…todo, todo. ¡Me volvés loca! Movete!!!, dale.
—Es que me fui
contra la pared.
—…Pero acá
tenemos que estar juntos.
—¿Para qué?
—Bichi, ¿para
qué va a ser?
—No sé, vos me
estás matando. ¿Y si vos vas adelante y yo por detrás?
—Me duele la
espalda, ay!!! ay!!!, me estoy muriendo.
—¿Qué? Se cayó.
—No no, pero si
empujás soliviantando conmigo, está. ¡Ay Dios, por fin está dentro del living,
mirá qué sillón nos dejó Abuela, debe tener ochenta años.
—Sí, lo que
quieras, pero subir tres pisos con este sofá de cuatro cuerpos, te deja muerto
y vos dando indicaciones.
—Vos también, Bichi, pero miralo, decime si no queda redistinguido.

No hay comentarios:
Publicar un comentario