jueves, 23 de marzo de 2023

TOUCH

 

   La madre lo miraba:

   —No te toques, Arnoldo, aún delante de las visitas, o por la calle, si cruzás seguís con las manos ahí, como si todo dependiera de tocarte.

   Arnoldo seguía con ese vicio, decidió mandarlo a un Psi muy conocido, llamado Oliverio Redondo, recién recibido, con el promedio más alto de la Facultad y dos viajes de investigación a Alemania. Fue la madre de Arnoldo que pidió día y hora para empezar con el Psi Oliverio Redondo.

   —Doctor Redondo, vine porque me manda mi Mamá.

   —Decime Oliverio y tuteame, si no, me siento viejo. ¿Cuál es el problema de tu Mami afligida?

  —Te informo que mi Mami es una persona que desde que la conozco, vive afligida, su última aflicción es que me toque, sabiendo el placer que me da. Oliverio, mientras hablamos, ¿me permitís que me toque?

   —Estos minutos son tuyos,  si querés tocarte, a mí no me molesta para nada. Vayamos por parte, ¿pica?

   —Nunca necesité rascarme.

   —¿Y entonces, a qué debemos tu costumbre?

   —Cómo ¿vos también te tocás?, dijiste “debemos”.

   —Es hablar en plural, para que no te sientas solo.

   —Todo empezó cuando no supe qué hacer con mis manos, la ropa con bolsillos me venía fenómeno, porque las metía allí, pero Mami empezó a comprarme sin bolsillos y me sentí tan perdido, que me tocaba. Si mirás en boliches o en el Hipódromo, incluso en la plaza, hay muchos tipos que se tocan, ahora con una sola mano, porque en la otra tienen el celular. Mujeres no he visto, no saben lo que se pierden.

   —Decime, Arnoldo, cuando seas más grande y te consigas una novia ¿vas a seguir con esa costumbre?

   —Ché, Oliverio, me extraña que un tipo grande no lo sepa, si me aparece una novia, lo primero que le voy a pedir, es que me toque.

   —Bueno, Arnoldo, tus respuestas me superan, Decile a tu Mami, que tenés el alta y le cedés tu turno, veremos si lo suyo, es envidia del pene.

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