─Te quería contar, Ramón, en esta empresa
decidieron prescindir de tu alto cargo.
─¿Cómo? ¿por qué?
─Te explico, el personal hizo una reunión
especial quejándose de tus pedos. Sos un hombre grande, con unas pastillas
factor a g se terminarían partes de tus problemas. Te pasarán al subsuelo,
estarás en la parte contable, se inunda cada vez que llueve, pero ellos te
darán dos bolsas de consorcio para que te pongas en los pies.
─Pero…
─Dejame hablar, los días de calor vas a
morir de placer. Y ahora debo confesarte algo difícil de explicar. Tu mujer es
la amante de uno de los empresarios. Eso fue el año pasado, cuando comprobé que
era una atorranta descarada. Decidí encerrarla en el baño y pasó lo que pasó.
─Me estás cargando.
─No es así, nunca dejás que termine. Quiero
pedirte algo, divorciate.
─¿En serio me lo decís?
─Te voy a decir la verdad, todo esto fue una
mentira. ¿Sabés lo que tenés que hacer?, olvidate, olvidate, olvídate. Después
hacete un viaje a Marruecos, llevate lo puesto, la ropa la comprás allá y no te
olvides de llevar tus dos bolsas de consorcio. Usalas para comprarme las cosas
que más me gustan, regateá tanto como puedas, pero hasta no llenar las bolsas,
no vuelvas. ¿Qué te pasa? Es cobarde y traidor de tu parte irte así. Tenía más
consejos para darte y me dejás hablando sólo.

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