martes, 28 de marzo de 2023

SOPA DE LETRAS

 

   Una tos de niño, en el micro, hacía que Rufino descendiera antes del lugar, a donde se dirigía. Las bacterias de la tosecita eran motivo suficiente para concurrir al médico de vías respiratorias.

   —Dr. le ruego que me diga la verdad.

   —La verdad es que sus vías respiratorias están impecables, como lustradas con cera Suiza, refulgentes.

   Rufino, contento, llegaba tarde a la oficina y les contaba a sus compañeros, que para vías respiratorias, lo mejor era la cera Suiza lustrada. Alguno decía:

   —Sí, tenés razón, yo por eso me paso la microenceradora a diario.

   El micro de vuelta tomó por un empedrado que le daba en su espalda como latigazos. Se bajó siete cuadras antes de su casa y corrió hasta el primer nefrólogo de turnos inmediatos. —Mire Señor Rufino, con sólo apoyar mis manos, advierto que sus riñones están perfectos.

   Regresó a su casa tranquilo, ingirió una sopa con fideos de letras. Un mosquito le picó el brazo, fue a la guardia del Hospital, adujo una urgencia. El Doc dijo:

   —Está lleno de mosquitos, es común en el verano, no es anófeles, ni selvático, el mejor remedio es rascarse.

   Al entrar en la cocina echó Raid, prendió una espiral y enchufó un matamoscos. La sopa de letras, que Rufino tomaba para ser más culto, estaba llena de mosquitos ahogados. Hirvió una papa y tiró la sopa. Por la mañana no pudo deponer. Salió de inmediato a consultar un gastroenterólogo, que le realizó una colonoscopía:

   —Colon perfecto –dijo el Dr.

   —Ya que estamos, ¿puede usted ver el estado de mi próstata?

   El Doc puso a Rufino en esa situación humillante y procedió.

   Rufino salió más que satisfecho con el proctólogo, que no encontró nada en absoluto. Lo echaron del trabajo por ausencias reiteradas. Cuando salió de la oficina no supo qué hacer y vio una casa, con una chapa que decía “Doctor Alberto Vaporano. Psiquiatra-Psicólogo”. No despegó el dedo del timbre, salió el Doc en persona. Lo hizo pasar al consultorio:

   —Bien, ¿qué lo trae por aquí?

   Rufino relató sus aprensiones que le hicieron perder hasta su fuente de trabajo. El Psi Vaporano diagnosticó hipocondría y amagó a seguir escuchando a Rufino, que partió con un “Hasta luego” y corrió a la Farmacia. Pidió el mejor remedio que hubiera para la hipocondría. El Farma contestó:

   —Si no fuera por los hipocondríacos, las Farmacias dejarían de existir. Son nuestros mejores clientes, elija usted mismo, cualquier medicamento le será útil.

   Rufino eligió siete cajas de cualquier cosa, salió tan contento que distrajo su atención y un micro le pasó por encima.

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