sábado, 14 de septiembre de 2024

CASI NATURAL

    Hablaban alto para que escucharan todos.

   —Soy el Doctor Trifón Parlate, mucho gusto, su nombre es…déjeme pensar…

   —No perdamos tiempo , Trifón, me llamo Pietro Lacio y tengo una pregunta para hacerle ¿Usted piensa que esto va a cambiar? No me queda mucha suela en las zapatillas.

   —Disculpe Pietro, respecto a su primera pregunta, le digo que esto será peor, pero debemos vivir en este momento y hagámoslo lo mejor que podamos.

   —Por si no lo sabe, soy especialista en catástrofes emocionales, andar descalzo aspira las energías de la tierra y si los ojos se posan en árboles, nunca en edificios, es que sus neuronas se quintuplicaron, comprende Pietro?

   —No le creo nada, yo lo único que quiero es un par de zapatillas nuevas, me importa un carajo si cambia, si no cambia, vamos Parlate, dame la guita que tengas. Ché, “especialista en catástrofes”, decile a tu secretaria que entreguen sus pertenencias en este bolso, a los nabos de la sala de espera. Eso o son boleta.

   Cuando Pietro salió encontró los pacientes tirados en el piso, miraban muchas películas, seguro.

   Por la tarde vendió todos los insumos, relojes, pulseras, collares, anillos matrimoniales. Todo con boleta para justificar ante su cómplice.

   Lo esperaba, tardaba, siempre tardaba. Entró como un avión y se pusieron a contar el dinero, estaba todo perfecto.

   —Para la semana que viene hay más.

   Pietro acompañó hasta abajo a su amigo, Trifón Parlate.

viernes, 13 de septiembre de 2024

LA LOCA DE AL LADO

    Hace veintitrés años que tengo una vecina psicópata. Cuando los hijos eran chicos les pegaba igual que a los perros. A lo largo de nuestra relación vecinal echó aceite de micro en mi vereda. Llamó en cinco oportunidades a la policía por menudencias, mi enredadera invadía su propiedad, porque cuando riego mis árboles salpico sus mosaicos, ni en la época infame visité tantas veces la policía. Sus brujerías iban desde tirarme baldes con sapos muertos hasta dejar en la puerta pelos atados con tiras rojas. Grita el día completo, se escuchan tres puteadas benignas y tres malignas.

   Casi al amanecer percibí unas tijeras de podar y un serrucho. Salí volando de la cama y no pude abrir la puerta, cientos de ramas y troncos me lo impedían. Abrí por el garaje y cuando la vi le pregunté porqué hacía eso. Le noté la cara de loca desbundada. Pasó a través de sus rejas una rama-lanza, me dio en el ojo, casi lo pierdo. Le hicimos juicio, lo ganamos, la pena fue que todo siga siendo igual, obviamente la ley no existe.

   No quisimos, pero el odio que le teníamos a éste pterodáctilo, era más grande que nuestra conciencia. Elaboramos una estrategia, contribuyendo con el bien común. Pedimos a nuestro hijo que venga de La Plata, como protector del desarrollo de nuestras acciones.

   Llevamos a cabo lo decidido. Mientras ella tendía ropa, nos abalanzamos desde la medianera y empezamos con los cuchillos hasta el fondo de veintitrés años.

   Nuestro hijo cebaba mate.

miércoles, 11 de septiembre de 2024

VISITA INESPERADA

    Me bañaban en un fuentón con agua que juntaba mi Abuela en un barril, cuando llovía. Parecía una ingeniera hidráulica, esparcía el agua en baldes comunes, la colaba con tela y broches. Luego los destapaba y dejaba que el sol del mediodía y parte de la tarde, calentara el agua. Me sumergía en el fuentón y recibía tres jarras para mojar. Me enjabonaba con decisión.

   —Ahora viene la mejor parte, agua para enjuagarte, que vino del cielo. El sol se encargó de calentarla.

   Yo me sentía un ángel, ella me envolvía en el tohallón más grande de su casa y me secaba en la antecocina, sobre una mesa de madera alta, me envolvía como un matambre y pedía que no me moviera, sino me daría frío, había 39 grados y ella siempre pensaba que tendría frío. 

   Yo era un modelo de niña, después se revirtió todo, pero eso es otra historia. A través de una ventanita, veía la cabeza de mi Abuela, que aparecía y desparecía, llevando los cacharros a un galpón.

   Escuché:

   —Clara!...Clarita! ¿Dónde estás?

   Una voz gruesa, de hombre malo. Eran épocas, donde las puertas se dejaban abiertas, para que el aire corriera. La Tía Clotilde, hermana de mi Abuelo:

   —Miren quién está acá, la preciosa…!

   Y yo gritaba:

   —Abuela!! Abuela!!, hay un mostro, tiene una mano que me quiere arrancar mi patita.

   —Querida, soy la Tía Clota…ahí viene Clara.

   Mi Abuela llegó, me levantó en brazos y me dijo al oído que me callara la boca, por favor. Yo no podía detenerme.

   —Es una vieja bruja, tiene rayas en toda la careta y una lombriz enroscada pintada con sangre y los ojos son dos agujeros negros…que se vaya, sacala con la escoba…

   La Tía Clotilde quedó muda.

   —Bueno preciosa, ya me voy…ya me voy. Clara, vengo la semana que viene, la nena vuelve a La Plata.

   —Disculpá Clota, por favor…

   —Qué suerte que la echaste, mirá si me comía o me mordía, es un mostro!, mostro! Me salvaste la vida, gracias Abuelita.

martes, 10 de septiembre de 2024

MOLESTIA

    La Facultad de Bellas Artes, tenía un teatro en semicírculo, donde los Profesores de Historia del Arte, en una pantalla, explicaban las etapas que iban desde la Prehistoria, pasando por Egipto, Grecia, Persia y a este tiempo no llegaban, no sé si por falta de tiempo o de conocimiento. Delante de mí se sentaba el compañero Espósito, le había prestado el Hauser III, Historia Social de la Literatura y el Arte, frente a reclamos de devolución, el gordito se hacía el sota, mintiendo que lo había entregado a una compañera tímida e inteligente. Nunca me atreví a contarle a ella la desaparición del Hauser, que la hacía quedar como mentirosa. Era tan insegura, capaz de dudar de sí misma.

   En una Clase pura diapositiva, observé al gordo Espósito. Se olvidaba de cortarse las uñas y tenía olor a transpireta concentrada. Entre luces y sombras, el índice retorcía un agujero de su nariz, hasta parir un moco, al que le colaboraba el pulgar. Entre ambos quitaban el excedente húmedo y amasaban un volumen de lenteja, que rotaba, rotaba, como dicen del mundo, sobre su eje y alrededores. Allí estaba yo, con mi concentración más en el moco, que en los atenienses que la iban de superdotados. El gordo ladrón, potencial corrupto, pegaba su moco listo en el apoyabrazos que lindaba con mis piernas. Cuando prendían las luces, vi que sus mocos eran muchos. Iban en mi dirección, como hormigas congeladas. Ése era mi lugar y no estaba dispuesta a soportar tanta inmundicia, la Clase siguiente. Llevé bencina, la expandí a su alrededor, sonriendo a diestra y siniestra, cuando apagaron las luces, prendí el pucho, que envolvió en fuego al gordo inescrupuloso.

lunes, 9 de septiembre de 2024

GUARDA EL NIÑO

   ¿Dónde el lugar de jugar abajo de la mesa? A los cinco, cuando el mundo está donde uno quiera que esté, se llega a un tranvía oxidado y en un abrir y cerrar de ojos es un palacio. La infancia recicla instantáneo y las lágrimas están, soliviantan la risa que es fuerte y quiere más. ¡Cómo se quiere más en la infancia!

   Más papafritas, más dibujitos, más ratos, más largos, más abrazos, más cuentos, más alto, más vueltas, más lejos. El tiempo donde la vida produce sin trabajo, sin sueldo, sin agenda, sin rutina, anarquía en estado puro. Estado de gracia donde no se miente, para eso están los grandes. No se cocina, no se lava, no se hacen mandados, no hay que ir al banco ni hacer trámites. Las charlas de los viejos de otras mesas, sobre el dinero o la pelota, se funden en un sonido que la infancia borra soñando un tostado y una gaseosa. Dios da miedo, el ángel guardián tiene cargo de cana, visita al infante, le asegura protección y no es cierto, si te están tocando el culito menos. ¿Dónde estaba el ángel cuando eso sucedía?

   Hay infancias respetadas y otras destrozadas. Algunas con techo y otras a la intemperie. La infancia de cielo abierto corre abajo del puente porque llueve y esa es la casa de tela donde la madre los espera, con una lata de arroz recién hecho y pegado a la lata. Hay palitos, raspan todos y le rescatan algo a la abuela. Los parlantes piden que se vayan de inmediato. Sacan la tela y envuelven pedazos de colchón, la lata y los palitos. Los vecinos hacen lo mismo, en silencio. No hay caballos ni ruedas, la infancia se ocupa del traslado. Paró de llover, siempre encuentran otro puente y otro y otro. La casa con olor a tostadas, manteca y dulce de leche, la madre que  toca el piano. El padre mirando tele que muestra el desalojo bajo el puente. La infancia con la boca llena escucha al padre que afirma:

   ─Ésos son los que después te roban y te matan.

   La infancia del puente tiene ruidos de hambre en la panza. La infancia de la casa se tira pedos, por la ingesta desmedida de tostadas, con manteca y dulce de leche. 

domingo, 8 de septiembre de 2024

ATRÁS! ATRÁS! ATRÁS!

    —Adelante los que están primeros, los últimos se van —se escuchó un lamento en procesión.

   —Pero si estamos desde las seis de la mañana, ¿cómo no nos van a pagar?, ¿qué somos nosotros?, ¿nadie?

   El empleado, con equipo de tenis, contestó:

   —La felicito, ha dado en la tecla, son nadie. No tienen ni voz ni voto, como corresponde a un nadie. Hubo una mesa de negociación, donde se aceptó la moción por unanimidad de suspender todos los pagos.

   Tomó la palabra otro empleado, con equipo de tenis, mientras tanto, los empleados usaban como red los separadores de policarbonato:    

   —Nos vimos obligados a tomar esta determinación. Si les pagamos a Uds. el Banco Nacional quedaría vacío. Los sin techo tomarían el banco como vivienda y nosotros mudaríamos sucursales a Seychelles, Cancún, Chipre, Irán y Bielorrusia.

   Varios clientes comenzaron a golpear los muros de seguridad, de policarbonato triple. Se sumaron clientes con bastonazos y clientes paralíticos que golpeaban las bases. Las filas se convirtieron en pilas. Gendarmes, Fuerza Aérea y Policía también formaron parte de la indignación colectiva.

   Quedaron destruidas las cajas comunes, las de seguridad, subsidios y jubilados. El gerente no dio la cara porque un cliente la incrustó en la pared. Pasado el hervidero, cantaron la Marcha de San Lorenzo y se fueron dispersando solos como los nadie, cabizbundos y meditabajos.

   Fue triste que los nadie, no advirtieran que eran mucho más que dos.

sábado, 7 de septiembre de 2024

COMENZAR

    —Quiero escribir pero no sé cómo hacer. ¿Thomas, me puedes enseñar?

   —Lo tenés que sacar de dentro tuyo, mañana vení a desayunar conmigo y charlamos.

   Al día siguiente Su (oriental y sigilosa) golpeó la puerta y nadie contestaba, dio vueltas alrededor de la casa.

   Encontró una galería con mesas y sillas antiguas, pintadas de verde grisáceo, una hamaca asillonada tal vez para dormir una siesta breve y hamacar sus ideas.

    —¡Ah! Qué suerte que viniste, estoy siempre solo, voy a visitar a mi editor amigo con esbozos escritos bien pensados. Termina por publicarme, le pregunto si estaba seguro.

   —Si no lo estuviese te lo diría o tal vez no…Su, pensalo bien. Vas a conocer personas, personajes locos, mirá!!! Mirá!!! Ves el que va caminando haciendo ochos. Me gustaría regalarte este cuaderno, con doscientas hojas en blanco y en la primera página empezás a escribir sobre el señor Ocho (se llama Ocho) ¿Qué hace ese tipo caminando por el medio de la calle. Nos conocemos de chicos, recuerdo que la maestra se enojaba porque el Ocho lo hacía con un círculo arriba y otro abajo.

   —¿No? El Ocho se cruza.

   —Mi mamá no me deja cruzar la calle, ¿A eso se refiere?

   —Mirá, hacelo como quieras, no pienso colgarme de algo tan tonto, andá a la Dirección y explícales, a ver qué te dicen.

   Li preguntó si podía escribir en su casa porque sus hermanos la molestaban. Thomas aceptó de inmediato.

   Fue mágico, Li empezó a escribir sobre Thomas, mientras Thomas escribía sobre Li.

viernes, 6 de septiembre de 2024

DURANTE SIETE AÑOS

    Decía una chica de veintiocho años que la vida cotidiana mata, se mató. Desde que suena el despertador que odio. Ventilar, tender camas, hacer la comida para ella y para su marido algo preparado… Le dejaba un papelito que decía: “Estoy en el trabajo, vuelvo a las 24 horas, nos vemos”.

   Cumplió lo prometido, cuando volvió él no estaba. Se tiró largo a largo en la cama y se durmió. Le gustó que se fuera. Tiró el despertador al piso y le dio con una maza. No se molestó en juntar los pedacitos. Se acostó vestida mirando al techo, era hábil el idiota. Construyó la casa con lenga.

   Recordó partes de su vida, todas fueron un fracaso. No tengo ganas de continuar pensando. Recordó la chica de veintiocho años. Se levantó y sintió lo mismo que aquella chica. Abrió el cajón de los medicamentos y tomó todo con un whisky o varios. Mejoró su vida y se mató. Fue lo más sensato que pudo hacer.

   La muchacha que limpiaba llamó una ambulancia, trataron de recuperarla pero no pudieron. La muchacha se puso contenta, por fin podría hacer el amor con el marido de la finada.

   Compró un reloj despertador y lo esperaba desnuda bajo el cobertor. Él llegó tan cansado que se durmió vestido. Ni la saludó.

jueves, 5 de septiembre de 2024

VOLÚMENES

    Le decían la gorda cuatro culos, bien merecido su apodo, vivía para llenar su estómago con cualquier cosa que se pudiera masticar y tragar. Su casa enorme de infinitas puertas y habitaciones promovió que la gorda instalara televisores hasta en el jardín. No necesitaba sillón alguno, sus enormes asentaderas le daban universos de cómodas posturas. Tenía ojos tristes la gorda, casi no salía a la calle, a pesar de estar perdida de amor por un pastelero vecino que le regalaba tortas bañadas en chocolate moldava, con envolturas de corazones de azúcar Hileret. El tipo era un tímido de aquellos, cuando vislumbró a la gorda limpiando con un plumero y cantando blues le fue a tocar timbre, ella lo atendió. Él con voz firme dijo:

   –Yo te vengo bah...es decir, este...quiero invitarte a cantar en mi cumple, que es dentro de tres meses ¿podrás?

   Ella quedó muda de asombro, fue sólo un instante, universos de ideas le vinieron a la cabeza, pero contestó: 

   –Sííí! Con mucho gusto, para mí es una revelación que me hayas tenido en cuenta, allí estaré.

   Él se despidió caminando hacia atrás, mientras la gorda hacía ruidos desmesurados con las ocho cerraduras de su puerta. Empezó un régimen de adelgazamiento vertiginoso. Se alimentó de algas, agua y teleteatros. Ella misma se miraba en el espejo y le daba risa parecer una radiografía.

   Encontró un cajón con ropa de su hermana fallecida por anorexia. Esa noche recibió la tarjeta con el día y la hora de la fiesta. Atendió el pastelero que no entendió nada, ella le explicó que ella era ella.

   –Ah! Es que yo pensé que eras otra. Perdoná que sea tan directo, pero a mí me encantaba tu antiguo volumen.

       Ella le dio un beso de feliz cumple y le dijo:

   –Ya mismo aumento el volumen, no doy más, también seré directa ¿Dónde está el morfi?

   Él no alcanzó a responder cuando la flaca se abalanzó sobre una larga mesa, donde había postres que se besaban entre sí, tartas, tortas, tortitas, toronjas en almíbar irlandés, sopas inglesas con islas de crotones cubiertos de rodajas alsacianas. Su ingesta abarcó hasta las miguitas en las solapas de los invitados, que asustados se pegaron a las paredes, ante el temor de ser deglutidos por la avidez imposible de la flaca, que llenaba sus mejillas redondas de comida que rumiaba. Llegó a regurgitar y por fin detener su angurria. El pastelero dio palmadas en la espalda de la flaca y ella en agradecimiento le pasó la lengua por el helado que pendía de los bigotes de su amigo. Hubo un impasse, dio respiro a la concurrencia. La flaca tomó una guitarra y una voz que parecía provenir del cielo partió el aire con un blues regado con lágrimas de los invitados y el anfitrión.

   Terminada la fiesta, él acompañó a su amiga hasta la puerta de la casa. La flaca había engordado cinco kilos en seis horas.  Comenzaron a expandirse dos de sus cuatro culos. El pastelero sintió nostalgia de los dos que faltaban. Ella tranquilizó aquella mirada con una promesa:

   –Pastelito de mi corazón.

   Así lo nombró, Pastelito.

   –Te prometo que en una semana tendrás mis cuatro culos para hacer de ellos lo que más te guste.

   Dijo que lo esperaba el fin de semana, se despidió con un beso de lengua acaramelada. Ese descaro provino del vino y de aquel amor tan postergado.

miércoles, 4 de septiembre de 2024

YO EL PEOR DE TODOS

    Había un aljibe en el centro del jardín de nuestra abuela. Cuando ella vivía decía que ya no cumplía su función, el agua de la napa secó. Parecía que andaba, tenía una roldana oxidada, un arco de hierro, una cadena con un gancho hacia afuera y el balde que se hamacaba abrigado por jazmines.

   Una noche yo, que soy el peor, según mis padres, maestros, amigos y proveedores. Les propuse a mis hermanos abrir el aljibe y cortar el misterio. El más chico que pesaba como dos gallinas y media, fue el elegido. Corrimos las tapas, lo metimos en el balde y empezó a descender, antes de tocar el fondo cayó un macetero de bronce, repleto de cactus, de espinas gigantes.

   Le dio en la cabeza, logramos subirlo. La sangre salía a borbotones, él nos decía que era cierto, agua no había. Estaba más que contento, mi madre miró feo, me dijo:

   —Satanás.

   Y volaron a la Guardia, tuvieron que pelarlo, pero las costuras quedaron rebuenas. A medida que crecíamos nos íbamos dispersando. Mi madre sufrió tanto con el síndrome del nido vacío, llegó a decir que yo era su hijo predilecto. Después me enteré que a todos les dijo lo mismo, pero por separado, para que ninguno se sintiera denostado.

   De los del medio hay dos que viven en Australia. Uno en EEUU, es el de peor gusto, sin duda.

   Hace meses que no veo al enano, es hippón y nómade, no se comunica con nadie. Alguien me dijo que escaló el Himalaya, con cien personas y lo vio, llegó primero.

   —Ahora descubrió unas islas de coral cerca de Tailandia, fuma todo el día, ahí no hay gente estúpida que lo prohíba.

   Estuve pensando, si vendo mis equipos y me divorcio, voy a encontrar dónde está el enano.

   No va a ser fácil, aunque andar por otras islas me lavaría el odio, la bronca y la impotencia de vivir en un país que no quiero ni nombrar.

   La casa del aljibe la compró un narco. Que la usó como reducto, el aljibe ya no estaba pero el caco cayó en el agujero que ahora sí, tiene una napa oceánica de aguas servidas.

   No me quiero enganchar con más nada de aquel lugar. Ahora vienen las islas, vienen las islas y mi hermano que corre de frente, con rastas multicolores.

martes, 3 de septiembre de 2024

DE ARRIBA PARA ABAJO

    Llueve, llueve, llueve, hace tres meses que está lloviendo.

   ─Ya me acostumbré y ahora me gusta. ¡Uau! Tengo agua hasta mitad de la rodilla. Ahora va por el pecho, luego llega a la cabeza y después nadar hasta la extenuación. Siempre encuentro un barquito o una lancha, un velerito. Cuando me estaban subiendo al yate, una ola irónica quiso mojarnos a todos. Es que los días de lluvia persistentes sobre el nivel del agua, pretenden inundar todos los continentes.

   ─¿A vos te parece que mañana va a llover?

   ─Dicen que siempre que llovió paró, pero esta vez se instaló definitivo, parece…

   Tres niños desolados que perdieron a sus padres, seguían nadando con desesperación.

   Tropezaron con un banco ciudad y allí fueron socorridos, alimentados y envueltos en pieles. No paraban de temblar, hipotermia machaza. El Titanic comenzó a hundirse.

   Los tres niños sobrevivieron, tenían experiencia. Nadaron medio océano. Encontraron a sus padres hamacándose en un coy, cuando volvieron, salió el sol.

   Sin embargo llueve, llueve, llueve, hace cinco meses que está lloviendo. 

lunes, 2 de septiembre de 2024

FUI

    Le tiré el sobre en la cara y volaron los billetes.

   ─A mí la guita no me interesa y menos viniendo de vos, un pobre ordinario que come con la boca abierta.

   Me dio lástima, tan vulnerable, tan convencido que mi tristeza se pagaba con dinero.

   ─¡No me toques! No soporto que me toquen desde que…

   ─¿Desde cuándo?, decime. Lo podemos arreglar.

   ─No sos el indicado, pasó hace mucho tiempo y si hay algo que detesto, es recordar.

   Quería que le contara. ¡Ja! No era mala persona, le parecía que su ayuda era necesaria. Me vuelve loca la cara de perro abandonado y yo con mi desprecio, pegando cachetadas con palabras que él no merecía ni entendía.

   Mis improperios lo doblegaban, rogaba que no lo hiciera. A mí, lo que él dijera me importaba nada. El puente me sedujo y el agua me llamaba.

   Él seguía gritando inútilmente.

domingo, 1 de septiembre de 2024

CUATROFILIA

    —Con los alumnos fue buena como docente virtuosa. Pero en casa era una perra, ladraba cuando el almuerzo y eso que tenía Cocinera. Ella era la única en darse cuenta que debía ocuparse de nosotros, la dulce María que volvió a su pueblo cuando moría.

   Me parecieron ajenas aquellas confesiones.

   —José, esa no era tu vida, vos permitías que gritara todo el día, hasta dormir la siesta. ¿Y tus hijos?

   ¿Cómo le digo sin obtener su desprecio?

   —Vivían en un internado, donde eran muy bien tratados, los fines de semana iba a buscarlos. Fernandito preguntaba. “¿Volvemos a lo de Cruela De Vil?, ¡qué moplo!” Los recibía con un “Hola” y sin levantar la vista, corregía cuadernos.

   Demetrio tenía la impresión que él sabía, pero lo vivía como un descanso. Todas las mañanas, Cruela hacía el amor con Demetrio, volvía a la Escuela, buena y dulce. Los alumnos la querían como a una madre. Inventaba números y palabras para  que los chicos no se aburrieran. Era el único grado que funcionaba. No había Docentes, ni Directora, ni Portera y el sueldo venía cuando querían. Demetrio, que tuvo finados ricos, no trabajaba.

   Él hacía la limpieza de la Escuela y encontraba oportunidades para echarse un touch and go con Cruela. Gritaba placentero y los chicos se asustaban. Le preguntaban qué le había pasado y ella les decía que sufría de estreñimiento.

   Un niño curioso, preguntó qué quería decir eso. Cruela le pidió que lo buscara en el diccionario. Al día siguiente se hizo presente la madre, con una cajita de Dulcolax, pidió perdón por la intromisión:

   —Yo sé lo que es eso, pero este producto le quita hasta la arruga que tiene entre ceja y ceja.

   La Madre del niño del laxante, era amante de José, desde que los hijos de Cruela iban al internado. El domingo del cumpleaños de José, hicieron un asado. Estaban Cruela, Demetrio, los niños que vinieron del internado, jugaron toda la tarde con el niño y la Madre del laxante.

   Los duraznos estaban en flor. Había luces y sombras que iluminaban al grupo, donde José y su amante no se miraron nunca. Cruela y Demetrio se hamacaban y luego paseaban por los frutales, tomados del brazo. Nunca dejaron de mirarse.

sábado, 31 de agosto de 2024

LAS RUINAS DE SAN IGNACIO

    Partieron para descubrir dónde estaba aquel diamante. En su camino la pura selva y ladrillos perdidos que les rompían los pies cada vez que tropezaban. Decidieron vendarse con la vestimenta que traían, siguieron caminando, alguien dijo que se apresuraran.

   Llegaron a destino con precipitación, era la única forma de conseguir el diamante. Encontraron la casa a medio caer, estaba allí en la noche. Una mano de seda de mujer virgen o india puta.

   Pensaron la segunda opción. Ella estaba preparada para todos, les advirtió que de a uno era la cosa.

   Ellos cumplieron más de virgen que de puta. Les dijo que debían pagarle con un diamante. Debieron decirle: la señora virgen, que la joya que tanto ambiciona cuelga de su cuello. Le advirtieron que tuvieran cuidado en cualquier árbol con ramas bajas: usted misma sin darse cuenta quedará ahorcada… Y así fue, pero gritaba, no terminaba de morirse.

   La degollaron y cayó el diamante cubierto de sangre. Nadie quiso tocarlo. Hicieron una tumba para la india puta y al diamante lo apoyaron sobre el corazón de virgen. Se escucharon latidos bajo tierra, salió una mano de seda y les regaló el diamante prístino. El gesto fue acompañado por una voz que les decía que todavía dudaba si era mejor ser puta que virgen.  

viernes, 30 de agosto de 2024

HEAVY

    Cenicienta era soberbia, calculadora, envidiosa y la ambición le cabía en las tetas, que eran enormes, haciendo composé con el culo.

   Tenía dos hermanas, Dolores y Melancolía, humildes, generosas, capaces de trabajar a cambio de nada. Cenicienta sentía vergüenza de sus hermanas andrajosas, descalzas, fregonas e incultas. Cuando alguien le preguntaba si era hija única:

   —Sí, única, otra como yo no hay, lamento que haya dos esperpentos repartiendo en el Condado, que son mis hermanas.

   Estaba pronosticado en The Weather Channel, una fiesta en el Castillo del Príncipe Idiota, como todos sabían que era Príncipe, callaban lo de Idiota. Todos querían asistir, pero nadie tenía un gomán, recurrieron a la página de Mercado Libre y compraron ropa que, oh casualidad, fue vendida por el Príncipe Idiota. Cada viaje que hacía, cambiaba su guardarropa.

   Cenicienta adquirió, en una Feria Gitana, un vestido con tules plásticos, color arcoíris, superpuestos y tajos que le iban del tobillo a la cintura. Los zapatos eran de policarbonato piecero.

   Los rumores de que el Príncipe Idiota era puto, se expandieron a Condados vecinos. La Madre le exigió:

   —Hijo, esta marca, será indeleble, si no contraés matrimonio con una hermosa mujer.

   Los custodios recorrieron casa por casa y la encontraron:

   —Estará rebuena, el problema es el nombre, lo cambiaré por Celesner y el apellido: Mil Villas. ¿Y cómo la reconoceré?

   —Cuando ella entre, las tetas se le incrustarán en su jabot y quedarán abrochados para bailar toda la noche. A las veinticuatro horas, estará el Rolls Royce que le alquiló el Ministro de Relaciones Incultas, para devolverla a su casa.

    Ella le mordía la oreja, él le comía el cuello. Los separaron dos Obispos. El Príncipe la corrió por la escalinata, parece que a Cenicienta se le quedó enganchado el calzón en un zapato, fue un engorro que solucionó, dejando el zapato, forrado en su calzón.

   Al día siguiente, el Príncipe la llamó  desde  su celular palaciego, le propuso que tomara un taxi y fuera al Castillo a tomar un éxtasis cada uno, jugar a las escondidas, luego, que actúe la pastillita. No es necesario describirlo, cualquiera imagina.

   Cuando Cenicienta regresó llena de polvos, las hermanas la esperaban con dos hachas, para que aprenda.

jueves, 29 de agosto de 2024

UNA CASA DE REGALO

   Cuatro años ahorrando para pagar los viajes a Grecia, una amiga fallecida sin ningún pariente les dejó una casa vieja y fuerte que miraba hacia Creta. Los deseos de la señora los dejó por escrito. Las únicas herederas del lugar eran Iris, Sole, Cris y Renata.

   Fue un dolor muy grande para las cuatro amigas. Los pasajes les llegaron de regalo ida sola. En un llamado telefónico la señora pedía que la visitaran.

   Pero en aquel momento ninguna disponía de dinero para semejante viaje, fue una espantosa coincidencia, mientras ellas estaban en el avión, murió la señora.

   Les escribió una carta donde les pedía: “…¡Salgan de ese país! El nuevo presidente, Milady o Milei, no sé cómo se escribe, hay gente sin trabajo, hubo siempre pero ahora la desocupación es una multitud.”

   El tipo tiene los pelos parados, ojos impíos y lo escuché y no lo pude creer: “Al que no le guste, que se vaya a la mierda.” Está loco el tipo, más loco que el bizco y la perra. Además tienen que comprender que una dictadura tras otra y luego otra más, no es vida…

   ─Tiene razón lo que dice la carta, si nosotras mismas cuando hacemos la compras del día, y vamos a pagar, yo digo “en cualquier momento nos vamos a la mierda”. Qué carajo nos están haciendo. Mierda, como dijo la cucaracha. No sé si él nos dio la idea, pero fue buena la idea de irse a la mierda y no volver nunca más.

   ─Dijo esta diatriba sanitizante. Renata, la más astuta, inteligente, linda generosa y puta.

   Nosotras la seguimos a Renata, es nuestra líder. Nos bañamos en una playa sin gente. Nadamos como campeonas de natación que somos todas. Almorzamos ostras, caviar, mayonesa, jabón (también se come porque limpia el organismo) Tomamos vinos estacionadísimos, desayunamos con champagne y nos vamos a dormir con porro de excelencia con el tipo que más nos guste. Todos los días uno distinto, para no acostumbrarse.

   No fue Renata sola, todas nos hicimos putas cuando empezamos a cobrar. La señora nos dejó cuatro pensiones mensuales, nunca usamos ese dinero. Nos alcanzaba con el precio de nuestros cuerpos.

   Igual que Milady, que es puto y se hizo millonario. Le pagan muy bien. Dicen… 

miércoles, 28 de agosto de 2024

SOBRINO

    Le dio pena que las vacas durmieran afuera, pensó usar el trianón como refugio, pero no. Eran muchas, formaban pilas hasta la cúpula y los vidrios se empañaban. Ahora que estaba solo, las hizo dormir en la casona. Aposentos sobraban, sanitarios, cocinas, escaleritas y escalinatas. Aquella noche durmió con un ternero guacho, hasta una bolsa de agua caliente le apoyó en el lomo.

   Al día siguiente lo despertó un olor a mierda irrespirable. Abrió los portales y las ventanas, las vacas se asustaron como ajenas, se arrastraron a los bebederos y los rollos de pastura. Eran vacas que tenían buena leche, todas lo saludaron con muchos mumues. Limpió la casona con varias hidrolavadoras, sopleteó todo con alcohol 70%. Estrenó un perfume francés en aerosol, regalo de María, comprado con dinero de Catalina Chanchorena. Dando los trámites por cumplidos, les construyó una cabaña lejos de la casona. Cubrió el piso con heno mullido.

   Las vacas, agradecidas le dijeron mu mu, que en el lenguaje de las vacas, quiere decir “muchas gracias”. Al ternero lo adoptó como hijo, rodeó su cuello una cinta de terciopelo, con un diamante colgante. Le ponía pañalines para que durmiera con él. Lo bautizó “Catalino”, en honor a su Tía.

   A los 103 años, Gerineldo expiró. Lo heredaron sus sobrinos, que en vez de cuidar las vacas, se las comieron una por una. Al ternero también se lo comieron, el más joven de los sobrinos, se atragantó con el diamante. Nadie lo pudo quitar y el sobrino pasó a mejor vida.

   Aparecieron las mujeres de Gerineldo, que propusieron que la casona se transformara en un bulín mistongo. Las mujeres les  doblaban la edad a los sobrinos. Con excelentes cirugías laser, volvieron a ser jóvenes. Hicieron una fiesta negra para inaugurar el bulín mistongo. Se pusieron al día, las jóvenes viejas. Los sobrinos dejaron su celibato y arremetieron con todas. La casona se derrumbó con ellos adentro. Quedó todo lisito y un pesado olor a sexo.

martes, 27 de agosto de 2024

MONSALVE

    Hacía mucho calor, vinimos de la calle y nos tiramos en la pileta. El agua estaba helada, salimos enseguida. Nos tiramos a tomar sol plagiando a Mica de Orense, vuelta y vuelta y otra vez vuelta y vuelta y otra y otra.

   Hacía tiempo que a mi Marido lo llamaba Monsalve, emulando a un Otorrinolaringólogo del Pueblo. Cuando le decía algo no me escuchaba, cada día menos.

   ─¿Monsalve, me vas a comprar cigarrillos?

   ─Desde luego, aunque estén caros te traigo alguno.

   Tardó mucho, me preocupó hasta que llegó con un anillo de brillantes.

    ─Monsalve, te equivocaste, yo te encargué cigarrillos y me trajiste un anillo de brillantes como si fuera nuestro aniversario.

   ─Me pareció raro porque jamás hemos compartido semejante desgracia.

   Un día me confesó que de un oído no escuchaba nada y del otro más menos que más. Pedimos un turno con el Doctor Monsalve y yo lo acompañé.

   ─Aquí le traigo a mi Marido Monsalve, Doctor Monsalve.

   ─Tenemos el mismo apellido, ¿no seremos parientes acaso?

   ─Doctor, se ha equivocado, mi nombre es Monsalve, no mi apellido.

   ─Buenos, Señor Monsalve, recuéstese aquí que voy a inspeccionar primero el oído que tenga más dificultad. Mm, mm, mm. Ya veo, está lleno de cera, me resulta imposible quitarla, es tan dura y de un extraño color verde tornillo. Vamos a probar con esta tenaza. Y de a poco va saliendo, mire usted, tenía un corre que vuela que crecía dentro de su oído. La tendré que podar, aunque sea por estética, no va a andar por ahí con un corre que vuela colgando de su oído. Sigamos, en el otro no tiene nada.

   ─A ver, Señora, ahora recuéstese usted. El derecho está perfecto y el izquierdo con esta leve extracción, lo tendrá como nuevo. A su edad, como a su Marido, la audición disminuye.

   ─Doctor Monsalve, yo tengo oído absoluto.

   ─Pero el tiempo va debilitando todas las funciones, por eso ahora, su oído es relativo.

   Nos despedimos tipo: muchas gracias, Doctor Monsalve y esas cosas que se dicen cuando uno se va.

   ─¿Vos sabés Monsalve, que a mí del oído izquierdo me sacó una enredadera y la enroscó como si fuera un aro?

   ─No te molestes en hablarme porque igual que a vos, yo no te escucho absolutamente nada.      

lunes, 26 de agosto de 2024

PARA REIR O LLORAR

    No sé si voy a seguir yendo a la Escuela, ahora que mi amigo de al lado me regaló ropa más grande, su Mami le dijo que me diera, tengo que remangarme los pantalones, las mangas y ando con mocasines, las zapatillas me apretan. Los chicos se ríen de mí. La maestra se esconde y también se ríe. Si yo ya me sé todo, me enseñó mi Tío Pancho, desde que tengo tres años. Él decía que yo era como Betojoven, un niño de la época de antes que tocaba sinfonías, a mi misma edad.

   Tío Pancho se sentaba en su escritorio y yo a su lado. Él se traía una botella de vino y a mí una Coca Cola familiar. Me gusta el olor del vino, es embargador. Un día me convidó un poquitito, casi nada. Se levantó para ir al baño y ahí sí, me tomé cinco traguitos. Cuando volvió para enseñarme el Teorema de Tales, dijo:

   ─Niño lindo y bueno, estás en las nubes de Úbeda, mejor dormite una siesta y después seguimos estudiando, a mi copa le falta la mitad. ¿Te la tomaste vos?

   ─Perdoname, Tío, pero sí, me pareció mucho más rico que la Coca Cola.

   ─Nunca más hagas eso, si te descubren voy preso yo. En penitencia vas a hacer cinco ecuaciones y después me contás “Cien Años De Soledad”, que ya vi que tenés tarjeteadas todas las generaciones. Preparate, a fin de año te llevo a Buenos Aires y vas a rendir todas las materias del secundario, quiero que te saques 10 en todas. Si eso se hace realidad, buscaré a tus Padres, a ver qué carajo están haciendo.

   ─Tío Pancho, mi Papi me enseñó que carajo es una mala palabra, estuvo mal, porque él se pasaba todo el día diciendo carajo, por cualquier cosa. Me pareció ingusto.

domingo, 25 de agosto de 2024

GUARDA EL LADRILLO

    Entró por un puertón y salió por el otro. Con el rabillo del ojo reconoció la pared del Tonel del Amontillado. Edgar, muchas veces llevó a cabo sus cuentos. O tal vez primero hizo y luego los escribió.

   Había una pared que curvaba raro, él imaginaba y observó los respiraderos de bodega cubiertos de piedras pequeñas, el olor del vino salía, se sabe, el vino es muy de salir. No era grato, había otro olor que lo expulsaba. Del crimen no era, hacía demasiado tiempo desde que sucedió. Usó sus herramientas, era geólogo y antropólogo independiente, llegó a los primeros ladrillos, iguales a los viejos pero menos. Hizo un ventanuco para espiar, sólo llegaba su cara, cientos de telarañas, hacían ruido cuando tejían, tal era el silencio.

   Pensó que era una tontera, pero algo lo obligó a agrandar el ventanuco.

   Golpeó tres veces y escuchó unos pasos seguros, le había parecido, muchas veces le sucedió algo similar, golpeó cuatro veces y esta vez sí, los pasos estaban a dos pasos. Un viejo partido por la vida, con un ojo en blanco, lo miró de reojo.

   —¿Cómo alguien tan joven puede interesarse por este castillo sin habitantes?

   No hubo respuesta, él quitaba ladrillos y el viejo sentado en un pilote dormía. Formateó una puerta y dio pasos cortos para entrar. Cuando pasó su cabeza, un péndulo filoso lo degolló. El viejo, que nunca durmió, empujó el cuerpo y dedicó la noche y el día siguiente a restaurar la pared, antes de caer en el pozo depresivo que le ocasionaban estos incidentes.

sábado, 24 de agosto de 2024

LE TIRÉ LA MEJOR

    Queda frente a donde se cultivan las naranjas más ricas de Buenos Aires. El aire tenía olor a naranja y se esparcía por la casa que me prestaron unos amigos locos, alemanes. Vivían seis meses en Frankfurt y seis meses en su quintón, con bosques y estanques.

   Mis amigos pensaban que todo ese lugar tenía una vibra ocupada, en revertir los estados negativos y transformar ideas que rondaban pensamientos con belleza. Apareció otro amigo de los chicos.

   —Visito este lugar en la época donde parecen llegar todas las luciérnagas que aman el aire del bosque. Ese olor a naranjas las pasma y transforman su color, hay luciérnagas amarillas, azules, rojas, todo el círculo cromático. Esto no lo cuentes a nadie, forma parte del secreto de la casa. Conque me permitas dormir en la buhardilla, para mí está bien.

   Le dije que sí, pero me pareció raro que los chicos no me hubieran advertido esa visita inesperada. Le pedí de onda que me ayudara a construir estructuras de madera de doce caras, forradas en tules casi sin gramado. Una de las caras quedaría libre para la fiesta de lucecitas.

   Los estanques eran navegados por nenúfares blancos que las salamandras de ojos curiosos miraban desde las orillas. Eran mejicanas, de allí las trajeron, algunas hurgueteaban nuestros bolsos. Pasamos una noche respetando los no permitidos de los chicos. No fumar, no tomar alcohol, no música. Escuchar sólo los sonidos de la Naturaleza.

   Cuando miramos las estructuras con luciérnagas multicolores dentro, nuestra armonía con el Universo, nos durmió de asombro.

   Al amanecer tenía hipotermia. Busqué mis abrigos y no estaban, mi mochila tampoco, busqué al amigo de los chicos, había desparecido. Pintó una cruz esvástica en la pared de la cocina.

   A dos Km, había una Seccional de Policía, declaré lo sucedido, son cabeza los tipos, me pedían documentos y una de las razones de la denuncia, fue el hurto de mis documentos y demás papeles.

   —Bueno, lo vamos a detener hasta averiguar si lo que dice es veraz.

   Pedí hablar con un Abogado y llamé a mi viejo, al que hacía dos años que no veía.

   Me liberaron enseguida y prometieron encontrar lo robado...

   —Vos no vas a aprender nunca, en dos años no sabía ni dónde vivías, pero para usarme, ningún prurito. Te dije mil veces que a los alemanes no les des bola, son nazis. ¿No te entra?

   Me despidió con el polvo que levantó su auto. Yo subí a mi moto y desde casa, llamé a Frankfurt.

viernes, 23 de agosto de 2024

NO TIENE PERDÓN

    Andaba la ruta de La Plata a Tandil, donde vivían sus padres.

   Ellos lo despedían con stress alto, sabían que todo estaba grave en cualquier lugar. A su regreso el hijo les contó que lo detuvieron en la ruta cuatro polis con armas largas.

   —Ustedes tres vayansen, con mi arma incluída, no se preocupen, no quedarán afuera. Abrí la puerta y bajate, debo revisar este auto.

   El chico le dijo:

   —Mi única pertenencia es este móvil. (Como dicen ustedes) Lo reviso yo y vos mirás.

   Cuando bajé del auto no terminaba de salir, de alto y musculoso con tatuajes como una telaraña en la cabeza. Le tiré la ropa mugrienta. (Que la lavaba mi madre) Tres mochilas con zapatillas sin marca y un olor a pata que mataba. Setecientos libros desconchados y tres computadoras rotas.

   —Se me hace tarde, te doy estos dos porros, plata no me pidás porque no tengo un goman y aunque tuviera no te daría, te dejo dos porros de regalo.

   —¿Entonces tenés más?

   —Qué loco que es todo, hace 150 km, unos colegas tuyos se llevaron todo mi canabis y el dinero. Tengo una caja de forros yanquis, te los dejo, los podés repartir o vender o metértelos donde más bronca te dé. Dejame de joder, mis viejos me esperan, se van a preocupar ¡no me jodas más! Tienen ochenta años.

   Cuando llegó a su casa habían ido a la procesión, flaquitos como dos ramas secas y menudos, los apretaron tanto que la procesión les pasó por encima y ambos murieron por asfixia y destrozo de los dos cuerpos. 

   El hijo lloraba y decía: 

   —¡Qué hijos de putas que son los tandilinos, sobretodos los católicos. La Plata es una mierda, Tandil le gana por varios cuerpos.

jueves, 22 de agosto de 2024

POR UNA PELOTA

    —¿Vos cuántas veces le diste?

   Pachu pensó bien, el Idiota quería competir.

   —Dejame pensar, dejame pen…! Lo tengo, fue hace unos días y hay testigos. ¿Y vos, Idiota?

   El otro tiró el vaso y quedó bizco.

   —¿Cómo me vas a llamar así?, es un insulto.

   Ególatra y pobre tipo.

   —Todos te llaman Idiota, por ejemplo: “¿vino el idiota?”, “lo invitaron al idiota”, “me lo contó el Idiota”, ¿calás?

   —Sí, no soy Idiota, mi nombre es Idi, qué perversos.

   Esto venía de arrastre, Pachu le dijo que quince veces, se le dibujó el odio inminente.

   —Me quemás la cabeza, para que sepas yo le di veinte.

   Pachu sabía, por la mujer con quien eran íntimos, con todo lo que eso conlleva, el hijo con el entusiasmo de los cuatro años, le gritaba: “ota papá, dale ota”.

   Había mucha gente que reparaba en aquel nadie, los primeros lo nombraban Idiota, los segundos Idi y los terceros le decían Ota.

   La hermana de Pachu vivió años de infortunio, con el Idiota. Le pegaba sin motivos, le hacía el submarino en la poceta, le grabó su nombre con una gilette, en el glúteo derecho y en el izquierdo, el de ella. Pachu sufría y se la morfaba, porque la hermana era capaz de defender a Satanás.

   Consultó con una psicóloga, le dijo que su hermana sufría de masoquismo febril vitalicio. Por suerte, el Idiota se separó cuando conoció a su amiga, la trataba como una reina.

   Una tarde llegó temprano del laburo y estaban charlando Pachu y su esposa. El Idiota se calentó, le daba trompadas al aire, como hacen los Idiotas. Mi amiga lloraba en un rincón, el otro quedó desmayado

   A Pachu, la llevó a su casa para tranquilizarla con un whisky, dos y tres. Se la cogió una vez, dos, tres al hilo.

    —Gol…gol…goool…!

   El Idiota se lo merecía, le quebró dos brazos. Compensación de amor con creces, ahora es actual esposo de Pachu.

   Todos decían que había estado muy agresivo y él, cuando se los cruzaba, decía:

   —Cierren el culo.

   —Como dijo nuestra prócera Mirtha Legrand: “Mierda Carajo”.

miércoles, 21 de agosto de 2024

C'EST FINI

    —Mi hermana se mató por su culpa. Y si lo niega es Ud un mentiroso, como Simone de Beauvoir. Todos se la creyeron porque era la mina de Sartre y si alguien decía que Sartre resultaba un pesado, era como decir que a Georgy le faltó madre. ¿Por qué no le editó a Violette? Yo misma le contesto porque la Leduc escribía mejor y sufría como si hubiera sido la peor, ¿sabe de quiénes le hablo? ¿o le quedan los canales obstruídos?

   No sé por qué se molestó en venir, Balcarce es lejos de Vela.

   —Lo de su hermana quedó catapultado en el olvido. Le puedo asegurar que hasta le pedí casarse conmigo y dijo que le daba asco. Su libro tenía dos páginas, que pretendían resumir la historia del mundo. Autora desconocida, publicada por “Ed. Sartre”, hubiera sido un desastre. ¿Cuánto ganaría yo por ese engendro? ¿Cuántos se le hubieran reído en la cara, por aquel disparate tan feo como ella? Suprimir su vida, le vino fenómeno para que todos los medios se ocuparan de ella, ser famosa por dos días. Su libro de dos páginas lo edité y la gente lo compró y se la creyó, mi amigo Vicente, que hace lo que hace la gente, dijo que por fin nos enterábamos porqué el mundo era tan inhóspito. Ya voy por la quinta Edición y siempre aparece algún boludo para felicitarme. Es el tiempo de la Deculturación y hasta los imbuidos en la materia, deliran que es el último libro que escribió Simone de Beauvoir.

   —¿Me quiere decir Ud, para qué demonio entramos en el tiempo de la tecnología? Si no te guía.

   Ojalá se calle, el viejo ladrón.

   —Mirá viejo, vengo a cobrar mis derechos de autora, el librito que vos denostás con tanta ligereza, lo escribí yo, tengo testigos y jueces. Mi hermana, la pobre, era analfabeta. Dame la guita y no tendrás el placer de ver más mi cara, ni yo de ver la tuya de viejo choto.

martes, 20 de agosto de 2024

PLENILUNIO

   Hicimos un paseo postprandial, se cayó una vez por cuadra, veinte cuadras, veinte caídas.

   —Abuelo, ¿por qué no usás bastón?, o mirá el piso al caminar, o…

   El Abuelo me puso cara de cachetada. —Tengo muchos años y no quiero perder los que me quedan con la cabeza mirando las baldosas rotas, gracias al chorro del Intendente. Cuando dejo mis piernas a su libre albedrío, me regalan los nombres de los árboles que no recordaba, la camamila que me daba tu Abuela, diviso las brevas de una higuera y cerrando los ojos tengo tus años. Hay subidas y bajadas como los médanos del Cairo y me enojo por no encontrar los camellos de aquel tiempo. Tanto ensoñar, y ver que algo quedó, aterrizo.

   El abuelo está viejo, pero es sabio, no quiere ayuda para ponerse de pie, está loco, a mí me gustan los locos, la gente sensata me da sueño.

   —¿Abuelo, y si vamos a tocar el violín a la punta de la montaña, donde se ve el mar?

   Tardamos tanto con sus derrapes y el cuidado de los violines, que se prendió la luna. Llegamos justo, como para el adagio de Albinoni, Claro de Luna…

   Mi familia se preocupó por la tardanza, considerada desaparición. Salieron a buscarnos, todo el vecindario de casa separadas, juntó sus fuerzas. Temieron lo peor y se repartieron en caminos diferentes. Nosotros escuchábamos el eco de sus voces y los perros ladrando a la luna.

   El abuelo decía: —Ayudame a no romper esta noche, es luna llena y nuestro repertorio alcanza hasta el amanecer.

   Le dije que sí. —Con mucho gusto, Abuelo, no sé por qué la gente piensa que somos eslabones. Siempre agarrados por algo, presienten lo peor y no hay magia en sus angustias.

   El Abuelo tironeaba de mi brazo, hasta donde las olas rompen en las piedras, los dos teníamos los dedos con sangre, guardamos los violines. Emprendimos el regreso, subimos con dificultad, pero bajamos como dos pendejos.

   Ya cerca de la multitud que nos buscaba y los perros que saludaban con alegría, los grandes nos puteaban como a dos estafadores. Mis hermanos consideraron una traición no haberlos invitado.

lunes, 19 de agosto de 2024

COMILONES

    —Vísteme despacio que llevo prisa.

   Enano pretencioso.

   —¿Por qué no te vestís vos? Que despacio, que rápido, no quiero ser sirviente, prefiero la libertad, por un día, si eso es posible. Te llevaste todos los condados, uno por uno. Cuando alimentabas bien a tus soldados y empezaste con las Jubilaciones de Privilegio, te apropiaste de tres países por día, hasta que tus ejércitos no soportaron el frío de Rusia. ¿cuánta gente mataste en los países que limitaban la Rusia? Ni sabés, porque vos acá, piola, haciendo disfraces a tu medida, talle S-SS y te mirabas el rulito en los espejos y tu sombrerito de tres picos gallináceos.

   —¿Vos pensás que nadie me admira?

   Qué le voy a decir? Que es más enano que puto? O más puto que enano?

   —Nooo ¿Cómo voy a pensar? Los esclavos no piensan, por eso los gentiles los denostan.

   Pero te cargaste media Europa antigua y las Islas Vegetarianas. Cuando le comiste la mano a Josefina, yo estaba. Se descubrió que además de ambicioso y antropófago, no eras vegetariano. Te hiciste un Mausoleo de Mármol de Carrera, desde donde para mirar tu llegada, había que agacharse. En vida, nadie se hincaba ante tu presencia, porque no les daban las lumbares. Ahora de muerto todos se inclinaban por temor a quedar sin trabajo.

   Josefina murió antes, por el disgusto de su mano perdida, con la que hacía todas sus movidas y otras porquerías que complacían a sus múltiples amantes. Rasputín vino a darte el pésame, enterado que Josefina había muerto e ignorando que a vos te importaba un carajo. Durante el almuerzo, mientras vos te mandabas la parte, te comió íntegro.

   Su último comentario fue:

   —Qué delicia la ingesta de carne francesa de animal chico, cruda la prefiero, porque puedo mojar el pan en el juguito. Bueno, panza llena corazón contento.

   Volveré a visitar a la Zarina y le adivinaré un futuro promisorio. Ella me va a creer, aunque después mataron a toda su familia, menos a Anastasia, que estaba buenasaza, la recogió Rasputín en numerosas oportunidades.

   Eso la hizo vanidosa y eterna. Va a contraer nupcias con Brad Pitt y lo festejarán en el Castillo de Angelina Jolie, con sus veinticinco hijos adoptados y cinco apropiados.

   Rasputín murió envenenado con cianuro, aún se desconocen los motivos. Anastasia, con la anuencia de Brad, que había llegado a Juez, le hizo cerrar el caso, porque le daba insomnio.