—Mi hermana se mató por su culpa. Y si lo niega es Ud un mentiroso, como Simone de Beauvoir. Todos se la creyeron porque era la mina de Sartre y si alguien decía que Sartre resultaba un pesado, era como decir que a Georgy le faltó madre. ¿Por qué no le editó a Violette? Yo misma le contesto porque la Leduc escribía mejor y sufría como si hubiera sido la peor, ¿sabe de quiénes le hablo? ¿o le quedan los canales obstruídos?
No sé por qué se
molestó en venir, Balcarce es lejos de Vela.
—Lo de su
hermana quedó catapultado en el olvido. Le puedo asegurar que hasta le pedí
casarse conmigo y dijo que le daba asco. Su libro tenía dos páginas, que
pretendían resumir la historia del mundo. Autora desconocida, publicada por
“Ed. Sartre”, hubiera sido un desastre. ¿Cuánto ganaría yo por ese engendro?
¿Cuántos se le hubieran reído en la cara, por aquel disparate tan feo como
ella? Suprimir su vida, le vino fenómeno para que todos los medios se ocuparan
de ella, ser famosa por dos días. Su libro de dos páginas lo edité y la gente
lo compró y se la creyó, mi amigo Vicente, que hace lo que hace la gente, dijo
que por fin nos enterábamos porqué el mundo era tan inhóspito. Ya voy por la
quinta Edición y siempre aparece algún boludo para felicitarme. Es el tiempo de
la Deculturación y hasta los imbuidos en la materia, deliran que es el último
libro que escribió Simone de Beauvoir.
—¿Me quiere
decir Ud, para qué demonio entramos en el tiempo de la tecnología? Si no te
guía.
Ojalá se calle,
el viejo ladrón.
—Mirá viejo,
vengo a cobrar mis derechos de autora, el librito que vos denostás con tanta
ligereza, lo escribí yo, tengo testigos y jueces. Mi hermana, la pobre, era
analfabeta. Dame la guita y no tendrás el placer de ver más mi cara, ni yo de
ver la tuya de viejo choto.
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