—Te cuento Negra, por ser mi única amiga. Tengo un marido pelotudo que en la cara me dice que todos mis cuentos son malos. El muy bestia leyó un solo libro en su vida: “El mono desnudo de Desmond Morris”. No se puede pasar de la primer carilla. También leyó “El Principito, de Saint Exupery”, ahí vamos mejor. Me mastica en la oreja, no me deja dormir, ronca, está sordo y no quiere hacerse una audiometría. No se compra ropa. Yo no sé qué pensaba cuando me casé con esto y encima tuve un hijo que no me da bola, vivimos a cuatrocientos km de distancia, tiene auto, mi auto, porque se lo compré yo a su nombre. Eso sí, usa mi tarjeta a cómo dé. ¿Qué me decís?
—Para
mí es un compromiso, yo los quiero a los dos. Si te sirve de consuelo el mío
también ronca, no se hace tomar la presión, mi comida le cae mal. Pone cara de
culo si me compro ropa. Nunca le pide a los irrespetuosos de mis hijos, no sé
por qué tuve dos que a una madre nunca se le habla de ese modo. Él tampoco se
compra ropa, todavía usa la de su viejo, que murió hace veinte años. Tenés razón,
yo no sé para qué mierda me casé y tuve dos hijos, que de mi también solo les
importa la tarjeta. Lamento no poder ayudarte, quién más, quién menos, si se
casa y tiene hijos, se jode.
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